Día de lucha contra la discriminación por orientación sexual o identidad de género
Reunión del 17 de mayo de 2010
Desgrabación
Sra.
Presidenta.-Vamos a escuchar ahora a Marlene Wayar,
activista trans, coordinadora de Futuro Transgenérico y Directora de El Teje,
la primera revista Travesti Latinoamericana del Centro Cultural Ricardo Rojas
de la Universidad de Buenos Aires.
Sra.
Wayar.- Muchísimas gracias, señora presidenta.
Quiero
reflexionar con ustedes –representantes de esta ciudad que he escogido hace más
de veinticinco años para vivir– sobre la construcción, de modo positivo, junto
con el Movimiento Trans, travestis, transexuales y transgéneros e intersex,
para una ciudad inclusiva.
La Convención
Constituyente estableció en su Carta Magna diferentes actividades tendientes a
hacerla inclusiva, progresista, con la responsabilidad de verse frente al
futuro en este continuo presente. Incluso, con la responsabilidad de haber
tenido que avasallar las puertas de esta Casa, porque se nos prohibía la
entrada cuando se estaba discutiendo el Código Contravencional, pero se les
abrieron a los vecinos y vecinas, construcción ficticia. No entendemos por qué
las travestis no podíamos entrar en virtud de ser “vecinas y vecinos”. (Aplausos)
No
obstante, las personas trans carecemos del reconocimiento por parte de este
Estado, es decir, no se nos reconoce como personas con total legitimidad para
hacer y existir, con autonomía para la construcción de nuestra identidad. Una
identidad legítima, tanto como otras identidades, que desaparecido y han sido
secuestradas en este país y que todavía no logramos unívocamente tener presente
en nuestra memoria. Ésa es la diferencia radical de estar en una ciudad en la
que se nos ve en sus diferentes dinámicas sociales, pero no se nos reconoce
como ciudadanas y ciudadanas, sino sólo como personas ajustadas a un único
paradigma de existencia: hombre o mujer. A todas luces no nos encontramos en
ese paradigma, porque no somos hombres y tampoco mujeres; somos construcciones
con sustancia propia en donde todo lo humano se puede reconocer, en lo
biológico, en lo psíquico y en lo social; es un ordenamiento absolutamente
personalísimo. Sin embargo, somos desconocidas en nuestra calidad de personas y
siempre situadas en lo pornográfico. Recuerdo, para quienes no lo tienen
presente, que la palabra pornográfico proviene del griego “porno”, prostituto y “grafa”,
escritura.
Entonces, desde
aquí tenemos la evidencia de la hipocresía social de una urbe que no nos quiere
dar una grafía más que en lo prostibular, oculto, sucio y alejado del erotismo
y, mucho más aún, del amor. No importa si somos niñas/niños, jóvenes o adultas;
ése es nuestro sitio por carecer de poder para tener una grafía propia. En ese
sentido, El Teje trabaja con la comunidad travesti, transexual y transgénero,
para darles en este milenio una entrada a la cultura escrita y a tener su
propia historia. Hasta ahora contábamos sólo con historia transmitida en forma
oral y con lo que podíamos contarnos las unas a las otras bajo cuerdas en los
calabozos, sobre la cultura que veníamos construyendo.
Decía
que tenemos autonomía para asignar grafos a partir de nosotras mismas y no
garabateadas de hombres y mujeres que depositan en nosotras todo su cúmulo de
prejuicios. Hablaba de la hipocresía social, señora presidenta, porque en esta
misma ciudad, Lohana Berkins ha sido distinguida como Ciudadana Ilustre, pero
no tenemos la certeza de que aquí nuestro derrotero colectivo de prostitución,
persecución, criminalización, estigmatización, desaparición y muerte haya
encontrado un fin, como ánimo colectivo de una orbe que reconozca a travestis,
transgéneros y transexuales con derecho a tener historia escrita, grafía. Y
allí ciudadanas con derechos sociales, educativos, laborales, políticos, económicos,
jurídicos y culturales plenos y en equidad entre hombres y mujeres. A
contrapelo del decir machista, que en toda la ciudad expresó que se trata de
“biología idiota”, nos empeñamos en ser cultura.
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