Apostar por un cambio de nomenclatura animal: de la serpiente adánica que espera agazapada, en su movimiento viscoso y calculado, atada a un legado católico, más aun, a la corrupción de la carne y la maldición del segundo sexo. Desplazar a la vernácula serpiente por una plaga de mosquitos. Son estos los que trafican fluidos, para ser más claros, trasgreden las fronteras del pánico moral, negocian con sangre y enfermedades. Se reproducen de modo imperceptibles y asechan en su multiplicación infinita, atacan en multitudes, acaso hordas disgregadas, lo suyo es un inseminación sonora del orden del zumbido o más bien una potencia tropical.
por Walterego y Martin De Mauro Rucovsky copyleft 2017
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