Varones antripatriarcales? Es posible resignificar la masculindad e identificarse con ella?

¿Es posible mantener posiciones de igualdad y a la vez identificarse como hombre? ¿O la única solución subversiva posible sería la de abandonar la masculinidad y la categoría de hombre? Las políticas queer que se han desarrollado en los últimos treinta años van en esta dirección; la fuerza política de las luchas queer es su resistencia a la normalización. Se trata de cuestionar cómo conceptualizamos las relaciones sociales y sexuales, y activar sus efectos polí- ticos. Una lucha que mantenga la identidad “hombre” sin cuestionarla radicalmente, o cuyos activistas mantengan una identificación con “ser hombres” y lo masculino, no permite un cambio social radical. Precisamente el binarismo sexual y las identidades sexuales fijas son la base del contrato social. El contrato social no es solamente la heterosexualidad, como ya explicó Monique Wittig (2005). El sistema capitalista puede soportar un contrato homosexual, siempre que consuma y que sus miembros mantengan el binarismo (dos hombres “hombres” se casan, todo bien). Desidentificarse de ser hombre y de la masculinidad es una apuesta mucho más difícil; eso sí supondría una subversión de los valores y de lo político, pero como en toda subversión, cuando algo es necesario e imposible, tenemos que cambiar las reglas del juego.
Por Javier Saenz

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