Puesto de Guardia Teórica, coordinado por Silvio Lang – Espacio Granate
Puesto de Guardia Teórica
Reseña del octavo encuentro - 30/07/2016
Todo contacto es un contagio
Ph: Nahuel Vec
1.
Hay un barómetro, un lugar de verificación, que es el cuerpo. Y una producción de teoría sobre esa fuerza que es el cuerpo y sobre las situaciones en las que está implicado, es decir, un pensamiento situacionista. En esta trama encontramos a Suely Rolnik, la filósofa brasileña que nos hace pensar desde esa posición sensible y afectiva, y no desde el conocido lugar logocéntrico. Con Rolnik reflexionamos sobre las ontologías que nos constituyen y atraviesan.
Si nos hacen vivir una vida de mierda, necesitamos pensar estrategias: para la vida, para la lucha, para la creación escénica. Rolnik nos invita a pensar en cómo el neoliberalismo rufianiza nuestra capacidad creativa o nuestra potencia, nuestro deseo, sustrayendo, apropiándose de nuestra fuerza vital. Así como el rufián, o el cafisho, explota el erotismo que es fuerza vital de la prostituta, el capital, para reproducirse, explota nuestra fuerza creativa. ¿Qué es lo que está haciendo el neoliberalismo en su proceso de rufianización?, y a su vez: ¿cuál es el lugar en donde no se puede meter?, ¿cómo operar en ese lugar donde el neoliberalismo no llega?
Hemos dicho ya anteriormente que como el capitalismo convierte toda la realidad humana en informaciones técnicas, en un código informacional, lo que se escapa son las afectividades, el conjunto de afectos que están movilizándose en los cuerpos. Para realizar su operación, el neoliberalismo todo el tiempo hace un llamado tentador. Rolnik habla de la promesa neoliberal: todo el tiempo nos prometen que van a liberar nuestras fuerzas y que van a liberar nuestros deseos, una promesa que monopoliza y administra nuestro campo de los posibles. El capitalismo nos expone ante un gran mercado, el gran shopping del mundo, pero, ¿qué pasa cuando no queremos nada de esa cartera, de ese catálogo de deseos o posibilidades que nos da el neoliberalismo, cuando ninguna vida o identidad que nos ofrece nos interesa o cuando los deseos que nos ofrecen nos hacen vivir mal, nos enferman?, ¿qué pasa ahí? Si el arte tuvo la autoridad o la perspectiva del campo de los posibles, ¿qué pasa cuando es el neoliberalismo el que toma la posta? Son preguntas que nos planeta Rolnik en el afán de delinear una cartografía de lo contemporáneo, para identificar puntos de tensión y para hacer irrumpir la fuerza creación de otros mundos posibles.
Entonces, hay dos planos de cartografía. Uno, con respecto al presente: para desmitificar estos poderes, esos automatismos, estas alienaciones, estos conglomerados de poder sobre la existencia. En esta cartografía hay un trabajo crítico, en el sentido de discernir qué es y cómo, bajo qué mecanismos, funciona eso. Otro, inseparable del primero, sería el relativo a la cartografía de los movimientos de éxodo: ¿cuáles son los puntos de fuga?, ¿cómo liberar la vida ahí?, ¿qué es lo que puede nuestra fuerza de creación para enfrentar este desafío?, ¿qué dispositivos artísticos estarían logrando hacerlo?
Es decir, por una parte, Rolnik hace una crítica a la explotación rufianezca (como apropiación de nuestra capacidad de creación), para pensar cómo es que nos llevan a tolerar lo intolerable y hasta desearlo. Ahí hay toda una indagación sobre lo insufrible del capitalismo, y sus condiciones laborales, de vivienda, amorosas, que nos ponen en el borde de lo intolerable, y cómo es que seguimos trabajando para que ese estado de las cosas continúe, cómo es seguimos afiliados al neoliberalismo, aun en todos los sufrimientos que nos causa. En esta línea, las preguntas son: ¿qué mecanismos de nuestra subjetividad nos llevan a ofrecer nuestra fuerza de creación para la realización del mercado?, ¿cuáles son los operadores subjetivos que hacen que nos subsumamos y le demos todo al cafisho?, ¿qué hace que la puta siga en dependencia con el cafisho, además de la dependencia económica?
Estas preguntas nos implican porque se trata de nuestro deseo, nuestro erotismo, el capturado por la fe capitalista. Por ejemplo, vivimos en una era fuertemente pornográfica, genital en su sexualidad, época de culos, de pijas, de músculos. Pero a su vez, no tenemos tiempo para los procesos que queremos tener: existenciales, creativos, para el otro, para los lazos, porque delegamos nuestros afectos, nuestro erotismo, nuestro tiempo, y nuestros deseos, a las condiciones de producción del capitalismo: ¿cómo es que esto es posible, es decir, cómo es que eso se produce subjetivamente? ¿Y qué prácticas artísticas cayeron en la trampa?, ¿cómo podemos identificarlas?
Por otro lado, la acción artística es política en tanto instaura posibles; y ahí la pregunta es: ¿cómo el arte se reapropia de esa capacidad de crear posibles o mundos posibles? ¿Cómo se establecen redes de focos de insurgencias, incluso de diferentes tipos de insurgencias, o sea, en diferentes planos, que trabajen en diferentes planos, o no, pero que se pongan en relación compartiendo simplemente una lógica insurgente? Nos referimos a alianzas transversales, la pregunta por los amigos, en el sentido de amigos políticos, tal como refiere, en estos términos, el grupo Comité Invisible en el libro A nuestros amigos, a aquellos con quienes compartimos fuerza común, utilidad común, con quienes hacemos lazos para producir contrapoderes.
2.
El neoliberalismo, en su idea de libertad individual, le deja toda la responsabilidad al sujeto. Hay una matriz metafísica del neoliberalismo que es: “todos tenemos una vida”, “yo tengo mi vida”, “no me jodan”, “déjenme vivir mi vida”. Según esta premisa, somos los dueños de nuestra vida y de nuestro cuerpo. Es decir, hay una propiedad privada que es el cuerpo. Es la premisa fundamental del neoliberalismo según la cual cada uno tiene una vida. “Quiero cojer con quien quiera, quiero comprarme lo que quiera, quiero viajar cuando quiera, quiero estudiar lo que quiera”. No se trata ésta de una idea universal o natural, es una idea histórica, hoy en día de alcance planetario, gracias al neoliberalismo. Pero sería posible pensar distinto, por ejemplo, podríamos pensar que la vida uno no la tiene, sino que la comparte, la construye, que es múltiple, colectiva, comunitaria, etc. Podríamos tener otras ideas de la vida, pero tenemos esta hoy: que cada uno tiene una vida y que nos pertenece, como una mercancía.
Entonces se le deja al individuo la libertad de hacer lo que quiera -libertad de empresa-, y al mismo tiempo se le otorgan todas las responsabilidades: si se enamora mal, es su responsabilidad, si le va mal en el teatro, en el trabajo, en la universidad, si está endeudado, es su responsabilidad. El sistema responsabiliza a cada individuo por sus propios padecimientos, de sus frustraciones, de sus desgracias. También si le va mal en una obra, o le va bien, es pura responsabilidad del individuo, porque hizo o no hizo lo que debía hacer. Y esto impide ver que el problema nunca es de uno, que es también el del otro, y del otro, que hay problemas comunes. Esto no se ve porque cada uno está en su empresa, haciendo los balances, gerente de su vida, evaluando y analizando resultados, proyectando, en fin: gestionando, gerenciando la propia vida, separada del mundo, separada del cuerpo, separada del otro. El sujeto individual como único responsable de todo lo que le pasa. No entran en el cuadro responsabilidades compartidas, ni la responsabilidad de los contextos, o los medios compartidos, en los cuales suceden esos “fracasos” o esos “éxitos”.
Y es justamente en ese contexto, en este medio o espacio en donde conviven los cuerpos, que hoy en día el capitalismo tiene toda su energía trabajando, ya no tanto en cada cuerpo en particular, sino en el medio en el que los cuerpos circulan. Es decir, ya no se ocupa de vigilar a uno por uno, los deja libres. Lo que hace es ocuparse del medio en el que vivimos, de crear y actualizar el medio en el que cada uno de nosotros circula libremente. El neoliberalismo cuida y opera directamente en ese medio. Esto es lo que Foucault identifica como el paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control. De todas formas es importante recordar que a Milagro Sala la meten presa. Entonces se ve ahí todavía un mecanismo disciplinario. Por eso decimos que se trabaja en los dos niveles. Para que no haya insurgencias, se trabaja en el medio, a través de mecanismos de control. Y para los insurgentes, disciplinamiento.
3.
El neoliberalismo es un movimiento reactivo a un movimiento insurgente, una reacción del capitalismo a las insurgencias del Mayo del 68 y sus resonancias. Es importante subrayar esto porque siempre se dice que primero está el sistema ley-castigo-control y que después vienen las insurgencias, pero a veces es al revés, a veces es porque hay insurgencias, que vienen órdenes más represivos, de vigilancia, de control, etc. Para entender que el neoliberalismo es una respuesta conservadora a una posibilidad de libertad mayor. Si pensamos por ejemplo, que es una época en que se masifica la pornografía: “¿querés libertad sexual?, acá tenés, consumí pornografía”, dice el neoliberalismo. Es la solución capitalista a una crisis cultural, subjetiva, social, política, y económica que emerge en la segunda mitad del siglo XX con diferentes focos. Y la respuesta que el capitalismo encontró fue “instrumentalizar exactamente lo que había sido inventado por esos movimientos”, nos dice Rolnik. Entonces no es que el Mayo del 68 haya sido funcional, sino que el capitalismo instrumentalizó esas rebeliones.
La política identitaria clausura el infinito que trae una rebelión, el acontecimiento. Esto es algo que trabaja Amador Savater en dos artículos, en los que desarrolla una fuerte crítica a la política identitaria:
Y Rolnik nos habla de una crisis de la política de subjetivación identitaria, ocurrida entre fines de siglo XIX y principios del XX, en relación al ingreso de las mujeres al mercado de trabajo y consumo, y a la vida pública, porque experimentan con mucha violencia los cambios que están aconteciendo en el mundo en ese momento, y con esto, se les vuelve imposible mantener una subjetividad sostenida por el régimen identitario de representación. ¿Qué es ese sistema?, ¿qué significa que tenemos que ser representados? Porque en virtud de ese sistema de representación identitaria es que a algo nuevo que no sabemos qué es, algo nuevo que está adviniendo, le damos ya las categorías de lo que tenemos, lo leemos con esas categorías, y ahí tenemos un problema, porque si no sabemos qué va a pasar, cómo sentirlo, cómo pensarlo, no podemos seguir utilizando las categorías que nos sirvieron para pensar otra cosa.
4.
El neoliberalismo es una máquina incesante de producción de cosas, no se puede detener, si se detiene se muere. Si no ingresan nuevas cepas, se muere, si no se viraliza, se detiene su producción y muere. Por eso necesita estar todo el tiempo alimentándose de sangre nueva, es muy parasitario. Y por eso también hay ver muy bien qué le estamos dando para alimentarse. El poder es eso: logístico. Son mecanismos de producción subjetiva. Hasta que no nos metamos con cómo el poder trabaja sobre la subjetividad, con esa producción de afectos, de síntomas, no va a pasar nada. A veces nos suministran dosis de adrenalina asociadas a experiencias de consumo, otras veces nos invitan con psicofármacos y pastillas para bailar, y otras veces es con otros dispositivos, porque siempre se está desarrollando una variedad nueva de tecnologías de la administración de la afectividad humana. Hoy en día, en este mundo de conexión y movilidad permanente, los sujetos que se producen son panicosos y depresivos. Impotentes y temerosos. No se pueden rebelar, están melancolizados, domesticados, sin capacidad de amor ni deseo. Hasta que no nos metamos con eso, no va a pasar nada.
Cuando algo se produce en el nivel de la micropolítica, algo que producen los cuerpos, algo no incorporado aún al código, el neoliberalismo se ocupa de tomarlo, pero nunca entero, siempre toma algo y otra cosa deja afuera. En el pasaje que hace el neoliberalismo, en la adaptación que hace de las subjetividades insurgentes, hay algo que no traduce, que no transporta, toma algo y con eso idea un mundo: le da una identidad, configura un producto. Pero hay una pequeña diferencia que resulta total. Es muy importante que nos detengamos a pensar qué es lo que toma y qué es lo que no, en cada caso, porque ahí hay algo con lo que uno puede resistir, pensar las resistencias.
Por ejemplo, en la nueva configuración, el otro deja de existir, el otro desaparece, ese otro que es el cuerpo del otro vibrando en el cuerpo de uno, que ya no es de uno. Eso desaparece. Desaparece porque ese cuerpo vibrátil, que se plantea en la transversalidad de los cuerpos, en una situación de cuerpos atravesados, de desterritorialización, va en contra de la premisa universal del neoliberalismo que es: “tengo una vida propia, soy el propietario, el terrateniente de mi vida”. El cuerpo neoliberal es un cuerpo más protegido, y anestesiado de la vulnerabilidad al otro. El neoliberalismo es muy racista: “el otro me contagia, que no entre en mi territorio”, muy ascético, muy higienista.Todo contacto es contagio. Por eso la idea de la peste de Artaud es tan incómoda. Para el neoliberalismo el otro es una demora en el proyecto personal de la vida propia, porque frena la maximización de la productividad. Así es como perdemos la fragilidad del cuerpo vibrátil: ese estar en relación con las cosas sin codificación previa. Ahí tenemos un operador de resistencia, en ese “contagio vibrátil” (jugando con las palabras), ese politizar la inmanencia, ese tipo de relación de los cuerpos, que es donde se juega una resistencia o la creación de subjetividades y prácticas insurgentes. No sabemos cómo nos va a afectar, ni sabemos lo que vamos a pensar, ni lo que va a pasar. Y nos la vamos a tener que bancar.
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