La profesionalizacion en humanidades: neoliberalismo de humanidades



Ante el ajuste, le pedimos a CONICET que mantenga los criterios de asignación de becas doctorales y postdoctorales. Sí, que mantenga los criterios elitistas a los que ya estábamos acostumbrados. No vaya a ser cosa.
por Blas Radi
Mientras más producción universitaria hay, aparentemente más crítica habría, pero en realidad lo que hay es acumulación de crítica, de una crítica que nadie lee. Y esto  sería una interrogación sobre lo que podríamos llamar la neoliberalización de las humanidades. En este sentido, no es que el neoliberalismo prohíba el discurso crítico, lo favorece, neutralizándolo.
Esto se expresa actualmente en términos de una profesionalización permanente que ha terminado por convertir a las humanidades en estudios identitarios, en tráfico de archivos, en estudios muy eruditos pero muy neutralizados políticamente, y en una especie de repetición rutinaria de lugares y posiciones clásicas que terminan afectando precisamente la posibilidad de un pensamiento crítico más allá de la lógica de las emociones y de la empatía. Pero esta profesionalización, estandarización e indexación viene acaeciendo en Chile desde el nuevo contrato social propuesto por José Joaquín Brunner a fines de los ochenta y oficializado en los noventa, aunque en los últimos años la indexación se ha vuelto más agresiva (tuve la oportunidad de ver varias respuestas de rechazo del Fondecyt y los criterios emitidos por aquellos responsables de aprobar o rechazar proyectos de investigación hablan por sí solos -hay un “proyecto” político en juego en la estandarización profesional, por cierto). En estas tres semanas que he estado acá me he dado cuenta de una profesionalización rampante, del impacto que tiene la cuestión del  ISI (sistema de indexación académica), de  acreditaciones; y particularmente en humanidades es brutal porque esa profesionalización implica que ya no hay posibilidad de un pensamiento crítico dialógico sino que ya de partida siempre se está en competencia. La competencia es el modo de ser natural para un joven intelectual que se está formando. De tal manera que un joven intelectual no se forma para pensar críticamente, sino para construir su parcela. La inteligencia codificada por la maldad institucional y por el resentimiento. Eso, sin duda, traerá y ha traído muchas consecuencias nefastas. Entre ellas, la emergencia de expertos en campos de trabajo o en autores de referencia. Ahí deberíamos preguntarnos ¿qué es un experto sino un turbio personaje kafkiano que dice trabajar para el bien de la humanidad?

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