¿DÓNDE ESTÁ LA MEMORIA LGBTI?
Por Matías Máximo y Cristian Prieto
El Nunca más de la Comisión Nacional de Desaparecidos (CoNaDep), no dice ni una sola vez las palabras travesti, homosexual, puto, gay ni lesbiana. La heterosexualidad se ocupó de registrar sus vejaciones, ahora llegó la hora de la memoria trava, torta y marica: una memoria completa y sin ediciones normativas. Porque hubo persecución en dictadura pero también en democracia, de los milicos a la inteligencia de las provincias interconectada. ¿Solo hubo 400 desaparecidos LGBTI? ¿Será que era difícil distinguir las identidades, que eran tontos los archivos, o que se prefirió ocultarlos?
Valeria del Mar Ramírez estuvo secuestrada dos veces en el centro clandestino “El Pozo” de Banfield durante la última dictadura. Es una sobreviviente travesti: una doble sobreviviente. Después de 34 años el nudo en la garganta que forma el horror se le desató y en 2011 pidió ser querellante en el juicio a los represores de El Pozo: “Fui detenida en varias oportunidades, siempre era trasladada a la Comisaría de Lavallol, a la de Luis Guillón y también por operativos policiales de las Brigadas de Moralidad de Montegrande y de Avellaneda”.
Su declaración es uno de los pocos testimonios travestis que figuran en las causas de lesa. Dicen las fojas 8276/8277: “Fue secuestrada por primera vez en el mes de diciembre de 1976. La trasladaron junto con diez chicas y estuvieron alojadas en el Pozo de Banfield, permaneciendo dos días y luego liberadas”. En el 77 volvió a estar secuestrada, “durante 14 días, no recordando exactamente la fecha, pero supo que el día 5 de octubre estaba detenida relacionándolo con el cumpleaños de su madre”.
Esa segunda vez Valeria del Mar fue abusada sexualmente: “Me violaban de a dos personas y después me obligaban a limpiarles su pene con mi boca, y si yo me negaba a hacerlo, me golpeaban’”.
¿Es la única que pasó por esas aberraciones siendo travesti? Ahí una punta de lo difícil que puede ser construir una memoria LGBTI: en los archivos muchas figuran como hombres y como mucho aparece la palabra “travestido”. Los militares hicieron un plan sistemático para robar bebes, es difícil que no se hayan detenido a pensar una tortura específica para los que rechazaban el orden moral de la sexualidad binaria. Directamente hicieron otra cosa, las condenaron al silencio.
No es un dato menor para aportar a esta nota que hoy Valeria está viviendo en condiciones tremendamente precarias en el barrio de Constitución.
Connivencia policial
Los registros encontrados en lo que fuera el ex archivo de la DIPPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires) dan cuenta de la producción de información, entre 1956 hasta su disolución en 1998, sobre los movimientos de la sociedad civil sobre aquello que “permitiera tomar resoluciones para contrarrestar una posible alteración pública en los órdenes: sindical, estudiantil, político, económico y el cultural”. Estos grandes factores tuvieron como un fundamento desde su principio la persecución al comunismo como fuerza política. Luego al extremismo y posteriormente con la denominación delincuente subversivo (DS). Cualquier persona sospechosa de alguna de estas actividades era fichada y registrada.
El de la ex DIPPBA es el único abierto sobre todo el período mencionado: el único que sirve como prueba en los juicios de lesa humanidad por que comprueba el fichaje, es decir la persecución previa al momento de la desaparición de las personas. En cuanto a prueba para cualquier proceso por lxs desaparecidxs LGTBI no cuenta hasta el momento, ya que no hay nombres y apellidos de personas que sepamos que hayan desaparecido por su orientación sexual o identidad de género.
Ni las víctimas, ni sus familiares, ni las organizaciones LGTBI se organizaron para pedir ante la justicia por estas muertes o presunciones. Nos los debemos: las madres y padres de lxs LGBTI de Plaza de Mayo.
En La Plata las travestis muchas veces acudieron a organismos de derechos humanos para pedir ayuda por las detenciones y malos tratos que recibían cotidianamente en las comisarías. Cuenta una militante histórica de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (prefiere que su nombre no aparezca), que en una ocasión vio irse a una travesti del lugar donde se juntaban. Al preguntarles a sus compañeros qué pasaba con ella, le contestaron que había venido a pedir la ayuda de algún abogado de la asociación, que ellos “se ocupaban de los presos políticos y no de ellas, que nada tenían que ver con su actividad política relacionado al pedido de justicia por los desaparecidos”. Esta militante quedó atónita frente a la respuesta de un compañero muy comprometido. No podía dejar de pensar que era la misma respuesta que recibían las maricas en Devoto cada vez que pedían ayuda a los abogados de los presos políticos en 1972, y donde “los compañeros” tenían la misma respuesta para darles: ustedes no son presos políticos.
Desaparecer dos o tres veces
En 1976, ya con pleno funcionamiento del famoso artículo 68 del Edicto 8031/73, la DIPPBA registró a una persona de “caminar afeminado” que pertenecía a la “organización declarada ilegal ERP”. Del mismo año aparece un documento titulado “Investigación sobre actividades sospechosas en La Plata”, que registra a un cabaret llamado “La beba” cuyo dueño sería el hijo de un senador reconocido de la época. Según el archivo, en “La beba” además de traficarse drogas se ejercía la prostitución y se realizaban “actos travestis”.
También en 1976 se abre un legajo sobre las actividades en el departamento de una mujer. El legajo comienza como la punta de un chisme: “Se ha tomado conocimiento que en el departamento sito en calle Emilio Mitre de la Capital Federal se advierten movimientos sospechosos”. En las fojas siguientes se pide desde la central de La Plata, a la delegación de Capital Federal que se envíe “qué tipo de movimientos sospechosos se realizan y el concepto del vecindario”. Y en el informe final se redacta que “algunos vecinos sospechan que se trata de un departamento de citas” y “que por la cantidad de mujeres que suelen pasar días en el lugar” la inquilina “es de conducta lesbiana”.
¿De qué manera un agente de inteligencia podía dar cuenta del rol sexual de las personas a quien investigaba? ¿Preguntarían a los vecinos ese detalle? ¿O el aspecto afeminado en el caso de los varones bastaría para esa caracterización? Aquí es donde el sentido común de la fuerza era tan fuerte como en la sociedad en su conjunto. La sexualidad parece algo menor o algo que ha sido ocultado. El colectivo LGBTI está desaparecido dos o tres veces, porque ellos mismos muchas veces ocultaban su sexualidad si eran militantes por ser perseguidos dentro de las mismas organizaciones. Hay silencio. ¿Cómo comprobarlo?
La inteligencia de Prefectura Naval Argentina (PNA) también realizó un trabajo fino de catalogación y espionaje a los homosexuales de la ciudad de Bahía Blanca. Tanto es así que en 1979 se informó sobre las actividades recreativas del cónsul chileno de ese momento junto a “su grupo de amigos”, donde la mayoría formaban parte del “grupo de homosexuales”. Entre los fichados está un profesor de la UNS (Universidad Nacional del Sud) quien supuestamente “se reúne en un atelier donde se efectúan espectáculos de desnudo”.
En el mismo documento se menciona que este profesor “está catalogado como homosexual en DIPPBA de Bahía Blanca, allegado al grupo de homosexuales” y además está “considerado como sustentador de ideas comunistas”. También es mencionado un enfermero, un estudiante de contabilidad y un integrante del coro de la UNS, ambos homosexuales y de estrecho vínculo con el cónsul. Al estar registrados en DIPPBA aparece la pauta que las inteligencias se transmitían este tipo de informaciones. Está claro que la sexualidad para la inteligencia era un dato muy importante.
“El causante en su trato con el cónsul, demuestra que efectivamente existiría una relación de índole afectiva entre ambos”, describiría la DIPPBA en un informe de 1982 que detalla sobre el nuevo cónsul chileno en Bahía Blanca y su secretario. Así como existió el Plan Cóndor, donde todas las dictaduras militares no solo se intercambiaban información sino actuaban a la hora de detener a extranjeros perseguidos, esta acción de espionaje al también fue de utilidad a la hora de las detenciones, tratos o difamaciones al colectivo LGBTI en sus países de exilio.
El artículo 92 de la Ley Contravencional 8031/73 habilitaba la detención por “usar ropas del sexo opuesto”. Un documento transcribe las declaraciones ante la prensa del superior marplatense, luego que estallaran denuncias de hostigamiento a las travestis. El jefe de la regional manifestó: “El mismo (por el artículo mencionado) hace alusión al uso de ropas del sexo opuesto y es por ello que cuando pasa el patrullero y no existe denuncia se los detiene igual, por cuanto están vestidos con ropas femeninas, pero son trasladados a la sede policial donde son fichados y recuperan inmediatamente la libertad. Mientras que el ejercicio de la prostitución y el escándalo en la vía pública están penados por otro artículo y quedan detenidos”.
A finales de los 80’ y de manera muy recurrente en los 90’ estarán en la mira las travestis en situación de prostitución. Títulos como: “Actividad de travestis en ruta Panamericana”, “Solicitud de personería jurídica para travestís”, “Personal policial implicado en narcotráfico y accionar travesti”, “Travesti asesinada” y “Denuncia de travestis sobre hostigamiento policial”, llenan carpetas y carpetas en el denominado Factor Policial de la ex DIPPBA.
El hostigamiento hacia travestis en Mar del Plata fue denunciado públicamente por ellas en medios locales y nacionales. Quedó registrado en los legajos de la ex DIPPBA y luego con el título “Un travesti fue muerto en la vía pública por disparos de arma de fuego”, se narra el asesinato de una de ellas. El informe narra la situación donde se habrían acercado dos hombres para solicitarle sus servicios y al negarse uno de ellos le habría disparado.
En un legajo de 1981 se pedirá a todas las delegaciones de inteligencia que manden un parte informando cada mes la cantidad de detenidos en las comisarías y brigadas, en relación a las contravenciones. Se puede ver un cuadro con el título de “artículos aplicados”, donde bajo el número 68, que se refiere al edicto, están divididas por sexo la cantidad de personas bajo contravención.
A la hora de hablar de lxs desaparecidxs en clave LGTB tenemos que hablar de todos los momentos históricos. La continuidad de la catalogación de los amorales sexuales, de los edictos y de la documentación solo por sospecha, nos dan la pauta que la disidencia sexual siempre ha provocado, y ha sido reprimida con ley o sin ley. Y que la persecución política hacia las travestis tiene estrecha relación con la subversión de sus cuerpos, la subversión de las subversiones. Y sobre todo porque han estado en la marginalidad de las marginalidades. Sin nombres o con todos los nombres que inventaron en cada detención ilegal en las comisarías, en los centros de detenciones, en las brigadas y en las corridas en todas las calles de la injusticias.
Construir memoria
“Si una de nosotras fallecía en un hotel, sus fotos y recuerdos eran tirados a la basura. O descartados por una familia que no quería reconocer esas elecciones de vida. Ahora buscamos compartir nuestras vivencias para recuperar nuestro pasado, tenemos derecho a una memoria”, dijo María Belén Correa, administradora del Archivo de la Memoria Trans, en una publicación de 2015 que fue borrada, junto a otras 14 mil, de la agencia Infojus Noticias, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. El Archivo trans teje en un grupo de Facebook estricto en no admitir voyeurs: de sus 845 miembrxs hay pocxs cisgénero. María Belén, que desde hace varios años vive en Alemania y por estos días la pelea para mejorar de salud, explicó que el foro es íntimo para generar confianza en el compartir.
“En el grupo se han encontrado sobrevivientes que se creían muertas. Una persona escribió el relato de la fuga de una comisaría y nombró a una chica de Uruguay. A los diez minutos la otra le escribió: desde el 86 no se veían, una pensaba de la otra que había fallecido. Y así miles de historias de encuentros. Buscamos que cada una relate algo personal, de lo que le tocó vivir, para sentirnos acompañadas”, dijo María Belén, que el año pasado visitó Argentina para la muestra del Archivo que montó la fotógrafa Cecilia Estalles Alcón junto a Juan Ignacio Marasco, secretario de Cultura de la Federación Argentina LGBT. María Belén habló del eje: “En la década del 70 y del 80 la única forma de salir tranquilas a la calle eran las dos semanas al año de carnaval. Otra opción era el exilio, en un principio Brasil, Chile o Uruguay, incluso escapar nadando, como se pudiera. Las que somos mayores de 40 nos consideramos sobrevivientes porque tuvimos que soportar lo que era bailar una semana y a la otra ir al velorio de una compañera. Y fue durante mucho tiempo así, violencia y maltrato”.
El testimonio de Valeria del Mar en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación fue el primer folio del “Archivo de la Memoria de la Diversidad Sexual”, iniciativa que en su momento anunció Alex Freyre y que está en suspenso. Desde la actual gestión de la Secretaría dicen que el archivo es autárquico al Archivo Nacional de la Memoria. Se sabe que hubo diferentes entrevistas para constituirlo, pero como entidad oficial no prosperó.
En Córdoba, la Comisión Provincial por la Memoria registra testimonios de personas del colectivo LGBTI que sufrieron ataques por las fuerzas del Estado en la dictadura. Es un trabajo audiovisual y forma parte del Archivo de la Memoria cordobés.
“Durante las décadas del ‘60 y comienzo de los ‘70 se encauzaron las reivindicaciones y reclamos a partir de organizaciones como el Frente de Liberación Homosexual (FLH) y la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). En 1969 surge en Buenos Aires la revista “Nuevo Mundo”, fundada entre otros por el sindicalista y militante comunista Héctor Anabitarte, que funcionaba clandestinamente. Este grupo se unió con lo que después fue el Frente de Liberación Homosexual, que se conformó con la intención de construir un frente de lucha”, dice la Comisión. Y revela que aunque hubo exilios, “no todos tuvieron la oportunidad de irse del país y muchos fueron vistos en los centros clandestinos de Córdoba, como La Perla y el Ex D2”.
Muchos activistas tienen su pequeño o gran archivo personal de volantes, revistas, anotaciones y artículos. Desde la Coordinadora Antirrepresiva de La Plata se está pensando en generar un archivo, misma idea que circula en la Colectiva Lohana Berkins. También hay materiales en la CHA, SIGLA, FALGBT, Potencia tortillera y 100 por ciento Diversidad y Derechos, entre otras organizaciones. Quizá sea el momento de unirlos: ver si lxs 400 desaparecidxs LGBTI de los que habló Carlos Jáuregui no fueron en realidad muchxs más.
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