Años atrás, pasé un tiempo estudiando El conflicto de las facultades (1798), de Kant, un libro que entre sus asuntos principales tiene al de la censura. El libro involucraba una respuesta a Federico Guillermo II de Prusia, que en 1792 prohibió la publicación de un escrito de Kant, por considerar que contravenía la ortodoxia religiosa. Pasaron siglos de este episodio, pero también de lo que entonces se entendía por censura, aunque todavía hoy, ahora, muchos crean que la censura consiste tan solo en impedir a alguien expresarse.Un posible diagrama de los actuales sistemas de silenciamiento, descalificación y/o desligitimación de los discursos, es decir, un diagrama de la censura contemporánea, debería incluir, según Derrida, las leyes de capital, la lengua, el aparato escolar, las tecnologías de la información y los medios de comunicación, las estructuras editoriales y todas las instituciones con las formas de subjetividad a que dan lugar. Esto hace concluir a Derrida que: “la nueva censura, y ésa es la fuerza de su astucia, combina concentración y fraccionalización, acumulación y privatización: despolitiza”. Años atrás pensé que la cuestión de la censura era, en el mejor de los casos, un tema vagamente actual. Ahora está siendo evidente cómo se ensambla un sistema de censura y nuevas condiciones de enunciación, enseñando cuál es el precio a pagar por expresar disidencia con las políticas del gobierno.
por
Ignacio Barbeito
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