Bodega. Cementerio de elefantes. Júbilo. Sacarse el cuerpo. Judith Butler, la desposesion y Altiplano

"El mundo en que vive ha sido creado por él. Y cuando este mundo ha dejado de gustarle, cuando ya no le da la gana vivir, el aparapita echa una larga mirada sobre la ciudad y entonces se saca el cuerpo. Lo primero que hace el aparapita para sacarse el cuerpo es reunir paciente y calladamente unos pesos. Como él no es ningún pordiosero y tiene que ganarse el sustento con el sudor de su frente, debe redoblar sus esfuerzos a fin de acumular la plata que necesita para cumplir su propósito y, como mientras tanto se ha privado totalmente de comer, quiere decir que al cabo de dos o tres días de haber cargado bultos por las calles y plazas, está en óptimas condiciones para sacarse el cuerpo, penetrando en una bodega y poniéndose a beber y beber, si se quiere religiosamente, hasta reventar. Una sola cosa lo mantiene despierto, y al mismo tiempo le proporciona energías para seguir bebiendo y bebiendo, en una lucha mortal contra el agotamiento físico; es la coca (...) Al cabo la cara se le pone reluciente y en ella se dibuja un gesto, mezcla de pasmo y de terror. Y llega un momento en que los piojos comienzan a huir del cuerpo".
(Felipe Delgado. J.Saenz)

Bolivia: hallan un 'cementerio de elefantes' en donde los alcohólicos van para morir 1839 COMPARTIR 80 34 VALORAR ARTICULO Indignado 0 Triste 22 Indiferente 0 Sorprendido 3 Contento 2 Agencia AFP 8 de septiembre de 2015 22:49 El municipio de La Paz halló y cerró el martes 8 de septiembre una cantina clandestina donde los alcohólicos llegan a pasar sus últimos días de vida, y que es conocida como un “cementerio de elefantes”, una realidad que incluso fue retratada en la literatura y en el cine. “Es un lugar donde algunas personas van a consumir bebidas alcohólicas hasta los últimos días de su vida, de esto se tratan los 'cementerios de elefantes' a los que hace referencia incluso una película boliviana y que alude a la leyenda africana que dice que los paquidermos suelen caminar en grupo hasta determinados lugares para morir, explica a la AFP el jefe de la Intendencia municipal, Carlos Valencia. Según las autoridades, hasta este tipo de lugares acuden quienes, sin una luz al final del túnel en sus vidas y probablemente sumidos en la depresión, deciden hundir sus penas en alcohol, para morir. Eso sí, no cualquiera entra. Hay que golpear la puerta en clave. Se sospecha que hay unos 50 de estos antros en la capital, distribuidos en barrios pobres, donde también van a emborracharse los indigentes y los delincuentes, en cuartuchos cerrados, sin ver la luz del sol o sin saber si es de día o de noche. Las autoridades poco o nada han podido hacer. “Los encontramos y los clausuramos, porque sus funcionamientos son ilegales, pero al poco tiempo vuelven a abrir”, señala la autoridad municipal. Entierros clandestinos Valencia detalla que en estos lugares a veces hay muebles pero por lo general los bebedores se sientan en el piso e incluso duermen en el mismo lugar, cuando el cuerpo se rinde al dios Baco. Un miserable baño en uno de los rincones del lugar sirve para que puedan hacer sus necesidades. Valencia relató que se sabe que los que fallecen en estos recintos son retirados en horas de la noche por sus propios amigos y enterrados en cementerios clandestinos. A los empedernidos parroquianos -relata Valencia- los dueños del local les facilitan alcohol y para mezclar algo de agua y “yupi”, un saborizante artificial para disimular el fuerte sabor del alcohol de mala calidad. Una botella de 1 litro cuesta 6 bolivianos, algo menos de 1 dólar. “El sótano” Uno de esos locales “El Sótano” fue hallado el martes en un barrio en una ladera de la hoyada de La Paz, y fue clausurado. “Hemos verificado que era un lugar ófrico (tenebroso), con poca iluminación, con tres ambientes vacíos, que son una especie de alojamiento, donde se quedan las personas”, relató. Insistió que allí se encontraron a unas cinco parroquianos, a quienes se les pidió retirarse, pues no ley no les permite apresarlos. Pero el administrador sí fue detenido y remitido a la policía, donde se lo procesará, simplemente, por violación a normas de funcionamiento. “El Sótano” operaba en el subsuelo de una casa de cuatro pisos, hábilmente camuflado, y el ingreso sólo era accesible para los conocidos. Incluso se sabe que se usaban claves, para golpear la puerta y lograr ingresar. Novela y cine El hoy fallecido escritor boliviano Víctor Hugo Viscarra, incluyó en su libro “Borracho estaba, pero me acuerdo”, el cuento “cementerio de elefantes”, donde describe estos centros de mala muerte, donde las personas, agobiadas por problemas, deciden beber hasta morir. El novelista, que también fue alcohólico, es autor de la obra “Alcoholatum y otros drinks, Crónicas para gatos y pelagatos”, y se describía así mismo, mezclando el humor y la tragedia personal, como “antropólogo, especialista en antros”. “Cementerio de elefantes” fue llevada en 2009 al cine por el boliviano Tonchy Antezana, una obra de 81 minutos que narra la historia de Juvenal, un alcohólico de 33 años que decide morir allí, envuelto en un mar de alcohol, tras una atribulada vida.

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