Juego dialectico

Lo que está teniendo lugar en España no tiene libreto preestablecido y todo depende de cómo se vayan construyendo las nuevas narrativas políticas. Lo que está en juego es el propio relato histórico. Y esto lo vuelve fascinante y vulnerable a la vez. Ayer sucedieron tantas cosas que imagino a los compañeros desbordados en el intento de dotar de sentido a lo acontecido. Ahora bien, cualquiera que tenga buen pulso político sabe que un pacto con PSOE para la alcaldía de Madrid es sumamente estratégico. La cuestión no es esa, sino pensar muy bien en qué términos discursivos puede llegar a tener lugar ese pacto. Y creo que ahí se juega en gran parte la nueva narrativa política, el nuevo juego de las identificaciones y los afectos. Decir sin más que la dupla Carmena/Gabilondo es muy sensata y saludable para el país es un juego extremadamente peligroso. Nos remite otra vez a la lógica de la transición. Como si el pacto tuviera que hacerse "desde arriba", por el bien de una nación supuestamente reconciliada con su propio destino, jugando otra vez al juego de que en el fondo todo es un poco parecido y tiramos para el mismo lado. O introduciendo la cuestión en una especie de urgencia moral y personalista. Como si el virtuosismo de las figuras bastasen para encaminar la cuestión, llevándonos otra vez a la cultura de los pactos de caballeros y olvidando la dimensión popular y de base que está propiciando este nuevo momento histórico. Anteponer una valoración moral para pensar este pacto nos cierra el debate político que hay en juego. Por eso es imprescindible que no se nos escape el registro político que sostiene a este momento. No se trata ni de horrorizarse, ni de ofenderse ante los análisis, se trata de seguir analizando, con mucha agudeza, honestidad y sensibilidad, aunque esto suponga no estar de acuerdo siempre. Se trata, a fin de cuentas de aprender a estar de acuerdo y desacuerdo en un constante juego dialéctico.
por Luciana Cadahia


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