Una forma de masculinidad perjudicada es la pobreza? Y la forma del feminicidio, la violación y toda violencia de genero de los hombres pobres a las mujeres, en este contexto de pobreza y subalternidad, es una restitución del poder patriarcal y masculinista que los hombres pobres vienen perdiendo?
A propósito de lógicas feministas de exclusión de los sectores populares y subalternos, mediante un complejo dispositivo conceptual y de cita de autoridad
WalterEgo y Martin De Mauro
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Respuestas.
Hoy, en el contexto del congreso Género y Sociedad, luego de hacer una intervención a modo de pregunta en la conferencia de Rita Segato -y antes de que ésta la respondiese- me levanté y me fui. Me fui con esta misma incomodidad y molestia que aun pasadas varias horas y ya hechas cuerpo, no me dejan dormir cómodamente. No se cuánto ha transcurrido desde la primera vez que entendí que lo que una hace en su cama hace también mundo allá afuera, pero es de las pocas veces que el mundo de allá afuera viene a perturbar con tanta obstinación mi cama. Me fui de la conferencia porque hace mucho tiempo decidí que ningún macho me va a hablar gritando, ni va a empezar su discurso diciendo insistentemente "vos no entendiste", ni me va a mostrar lo larga que la tiene citándose a sí mismo una y otra vez con una insistencia obscena, porque decidí que los que golpean la mesa cuando hablan no merecen mi atención, porque no consiento ni voy a ser cómplice de un uso racista, ni clasista del lenguaje, aun cuando sea desde una perspectiva de género. Yo no comprendo cuál es esa evidencia del género tan obvia que se tiene que "mirar con lupa" y que finalmente no hace más que dividir entre pitos y conchas, masculinidad y feminidad, malos y buenas. Paso de esa lupa que es la misma que posibilita y efectiviza la asignación biomédica y la inscripición jurídica de la diferencia sexual. No me importa qué tenga Rita Segato entre las piernas, verdaderamente no importa, y eso que me resultaría inaceptable en cualquier tipo me resulta inaceptable en cualquier feminista. Después una puede o no estar de acuerdo con sus teorías, por llamar de algún modo a sus ideas. Me alarma y me avergüenza que como comunidad(?) especializada en género y orgullosa de la sanción de la ley de identidad de género podamos hacer la vista gorda del uso de la categoría "travestismo" para nombrar prácticas opresivas del poder, ejerciendo en ese mismo nombrar el travestismo, una opresión de invisibilización, estigmatización y negativización de lo que la identidad y la lucha travesti representan en nuestro país. Me preocupa y me duele que siendo la interseccionalidad del género con la clase y la raza una formulita que repetimos incansablemente consintamos expresiones como "cifras negras", "estadísticas negras", para referirnos a los resultados obtenidos y producidos en universidades y estados blancos. Me asquea y me daña que viviendo en una provincia donde se asesinó por su expresión de género masculina a La Pepa Gaitán, nos quedemos con el culo aplastado en la silla cuando una conferencista dice que toda masculinidad es mala o repudiable -esto es una ofensa y una injuria para el activismo lésbico, trans y gay, este tipo de ideas, o estas ideas de los tipos, son las que posibilitaron el homicidio (femilesbitransmasculinicidio) de La Pepa. Rita Segado contó cómo la comida cocinada por un preso que estaba condenado por mostrar pornografía a menores de edad le produjo vómitos por tres días, citó también a Bergoglio pero no para señalar su complicidad en el entorpecimiento y encubrimiento de abuso sexual infantil por parte de la iglesia católica si no por estar en sintonía con su teoría de que estamos viviendo una tercera guerra mundial. Ante cierto silencio incómodo de la audiencia dijo que Bergoglio es humano y que como tal pudo equivocarse. Permítaseme a mí también la náusea. La mayor de mis nauseas. Denuncio que en un congreso llamado Género y Sociedad se permitan estas violencias contra aquellas a quienes el papa ha declarado su guerra: mujeres que abortan, gays y lesbianas que desean casarse, personas que cambian de sexo, en fin cualquiera que desee decidir sobre su cuerpo. Me preguntaron con reproche por qué me fui antes de que me dieran la respuesta y la respuesta es sencilla: porque como feminista he aprendido que a veces las únicas respuestas posibles son las que nos podemos dar nosotras mismas. Pero viene ahora lo más lindo de la historia: No me fui sola, me fui "Haciendo Cuerpo" (en manada, dirán algunas) junto a otras valientes y hermosas compañeras que compartiendo indignación y agencia nos peguntamos, por qué esperamos tanto para ejercer ese poder, esa resistencia, con la que el pelado que leemos tanto siempre insiste: Poder decir que no.
Hoy, en el contexto del congreso Género y Sociedad, luego de hacer una intervención a modo de pregunta en la conferencia de Rita Segato -y antes de que ésta la respondiese- me levanté y me fui. Me fui con esta misma incomodidad y molestia que aun pasadas varias horas y ya hechas cuerpo, no me dejan dormir cómodamente. No se cuánto ha transcurrido desde la primera vez que entendí que lo que una hace en su cama hace también mundo allá afuera, pero es de las pocas veces que el mundo de allá afuera viene a perturbar con tanta obstinación mi cama. Me fui de la conferencia porque hace mucho tiempo decidí que ningún macho me va a hablar gritando, ni va a empezar su discurso diciendo insistentemente "vos no entendiste", ni me va a mostrar lo larga que la tiene citándose a sí mismo una y otra vez con una insistencia obscena, porque decidí que los que golpean la mesa cuando hablan no merecen mi atención, porque no consiento ni voy a ser cómplice de un uso racista, ni clasista del lenguaje, aun cuando sea desde una perspectiva de género. Yo no comprendo cuál es esa evidencia del género tan obvia que se tiene que "mirar con lupa" y que finalmente no hace más que dividir entre pitos y conchas, masculinidad y feminidad, malos y buenas. Paso de esa lupa que es la misma que posibilita y efectiviza la asignación biomédica y la inscripición jurídica de la diferencia sexual. No me importa qué tenga Rita Segato entre las piernas, verdaderamente no importa, y eso que me resultaría inaceptable en cualquier tipo me resulta inaceptable en cualquier feminista. Después una puede o no estar de acuerdo con sus teorías, por llamar de algún modo a sus ideas. Me alarma y me avergüenza que como comunidad(?) especializada en género y orgullosa de la sanción de la ley de identidad de género podamos hacer la vista gorda del uso de la categoría "travestismo" para nombrar prácticas opresivas del poder, ejerciendo en ese mismo nombrar el travestismo, una opresión de invisibilización, estigmatización y negativización de lo que la identidad y la lucha travesti representan en nuestro país. Me preocupa y me duele que siendo la interseccionalidad del género con la clase y la raza una formulita que repetimos incansablemente consintamos expresiones como "cifras negras", "estadísticas negras", para referirnos a los resultados obtenidos y producidos en universidades y estados blancos. Me asquea y me daña que viviendo en una provincia donde se asesinó por su expresión de género masculina a La Pepa Gaitán, nos quedemos con el culo aplastado en la silla cuando una conferencista dice que toda masculinidad es mala o repudiable -esto es una ofensa y una injuria para el activismo lésbico, trans y gay, este tipo de ideas, o estas ideas de los tipos, son las que posibilitaron el homicidio (femilesbitransmasculinicidio) de La Pepa. Rita Segado contó cómo la comida cocinada por un preso que estaba condenado por mostrar pornografía a menores de edad le produjo vómitos por tres días, citó también a Bergoglio pero no para señalar su complicidad en el entorpecimiento y encubrimiento de abuso sexual infantil por parte de la iglesia católica si no por estar en sintonía con su teoría de que estamos viviendo una tercera guerra mundial. Ante cierto silencio incómodo de la audiencia dijo que Bergoglio es humano y que como tal pudo equivocarse. Permítaseme a mí también la náusea. La mayor de mis nauseas. Denuncio que en un congreso llamado Género y Sociedad se permitan estas violencias contra aquellas a quienes el papa ha declarado su guerra: mujeres que abortan, gays y lesbianas que desean casarse, personas que cambian de sexo, en fin cualquiera que desee decidir sobre su cuerpo. Me preguntaron con reproche por qué me fui antes de que me dieran la respuesta y la respuesta es sencilla: porque como feminista he aprendido que a veces las únicas respuestas posibles son las que nos podemos dar nosotras mismas. Pero viene ahora lo más lindo de la historia: No me fui sola, me fui "Haciendo Cuerpo" (en manada, dirán algunas) junto a otras valientes y hermosas compañeras que compartiendo indignación y agencia nos peguntamos, por qué esperamos tanto para ejercer ese poder, esa resistencia, con la que el pelado que leemos tanto siempre insiste: Poder decir que no.
por Juan Burgos
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