Zapatismo queer? juego de mascaras


"Atención que la subcomandanta Beatriz Marcos Preciado, la más apropiada/apropiable/apropiadora de todas, está inventando una metodología política para capitalizar la rabia. Con su gestito nominal aditivo más que participar de la construcción de una ficción viviente que resiste a la norma, lo que ésta teórica está haciendo es producir las condiciones académico-normativas que le aseguren los "marcos" necesarios para que su rollito deconstructivo facture con nombre propio. La única esperanza que me queda es que al texto lo haya escrito Despentes, la Emmanuel Theumer o alguna otra amiga en un gesto afirmativo de expropiación. Por lo demás, desde nuestra américa latina ha resultado más queer y más ética Viky Xipolitakis que prefirió no sumarle Pons a su apellido aunque lleve champagne en las venas y la promesa de encarnar a la última trágica."
J.M. Burgos dixit

zapatistas-11
Marcos Transfeminista
El 25 de mayo, el Subcomandante Marcos envió una carta abierta al mundo desde la “Realidad Zapatista” anunciando la muerte de Marcos, quien fue construido para actuar como representante en los medios y voz del proyecto revolucionario de Chiapas. “Estas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de existir”. La misma declaración anunció el nacimiento del Subcomandante Galeano, nombre tomado de José Lui Solís “Galeano” – colega asesinado por paramilitares el 2 de mayo. “Uno de nosotros tiene que morir”, explicó el subcomandante, “por lo que Galeano puede vivir”. Y entonces dicha impertinente muerte puede ser satisfecha. En el lugar de Galeano pusimos otro nombre para que pueda vivir y la muerte no se lleva una vida sino solo un nombre, unas cuantas letras vaciadas de todo significado, de toda historia y de toda vida.” Sabemos, por cierto, que José Luis Solís tomo prestado su nombre del escritor de Las venas abiertas de América Latina. El subcomandante, que siempre ha estado por delante de los ancianos egoístas del postestructuralismo francés, opera en el ámbito de la producción política la muerte del autor que Barthes propuso en el ámbito del texto.
En los últimos años, los zapatistas han construido la opción más creativa para enfrentar las (fallidas) opciones necropolíticas del neoliberalismo, asi como las propuestas por el comunismo. Los Zapatistas, a diferencia de otros movimientos, están inventando una metodología política para “organizar la rabia”. Y reinventar la vida. En 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) –a través de la figura del subcomandante Marcos – comenzó a concebir nuevas maneras de hacer filosofía descolonial para siglo XXI, que se distanciaron del tratado (inherente a la cultura eclesiástica y colonial del libro que se inició en el siglo XVI y ha declinado hacia fines del pasado) en orden de actuar desde una cultura oral-digital-tecno-indígena susurrada a través de las redes sociales a la manera de rituales, cartas, mensajes, historias y parábolas. Los Zapatistas nos muestran una de las técnicas centrales de producción de subjetividad: desprivatizando los nombres de nacimiento con nombres prestados y deshaciendo la ficción individualistas de un rostro “real y natural”.
No muy lejos del subcomandante, reside otro espacio político donde la estabilidad del nombre por uno recibido es también combatido en el mismo gesto teatral y chamánico –un espacio donde la verdad del rostro como la ultima referencia de la identidad personal es interrumpida: las culturas transexual, transgénero, gender queer, drag king y drag queen. Toda persona trans tiene (o tenía) nombres: uno que ha sido asignado al nacer por la cultura dominante que la busca normalizar y uno que marca un proceso de subjetividad disidente. Los nombres trans no son tanto una afirmación respecto a pertenecer a otro sexo, sino que constituyen detonadores para un proceso de des-identificación. El subcomandante Marcos, quien ha aprendido más de la pluma del escritor queer mexicano Carlos Monsivais que de la barba varonil de Fidel, era una personalidad drag king: la construcción intencional de una ficción masculina (el héroe y la voz del rebelde) a través de de performances técnicas. Un emblema revolucionario sin rostro ni ego: hecho de palabras y sueños colectivos, construido con un pasamontañas y una pipa. El nombre compartido y la máscara son métodos de una parodia política que trabaja denunciando las máscaras que cubren los rostros de la policía corrupta y la hegemonía: “¿Por qué hay tanto escándalo acerca de las máscaras?, pregunta Marcos. “¿Está la sociedad mexicana realmente lista para quitarse sus propias máscaras?”. Así como el pasamontañas deshace la “verdad” individual del rostro, el nombre de nacimiento es desentrañado y colectivizado.
Para los Zapatistas, los nombres dados y los pasamontañas operan de la misma manera que la peluca, el segundo nombre, el bigote y los tacones lo hacen en la cultura trans: como signos intencionales e hiperbólicos de un trasvestismo político-sexual, asi como las armas indígenas-queer nos permiten confrontar la estética neoliberal. Y esto no a través de una noción de sexo verdadera o un nombre verdadero, sino a través de la construcción de una ficción viviente que resiste a la norma.
Los experimentos de las culturas Zapatistas, queer y trans nos invitan a desprivatizar el rostro y el nombre en orden de transformar el cuerpo de la multitud en un agente revolucionario colectivo. Desde este cuerpo compartido común, me gustaría responder al subcomandante Galeano con la propuesta que de ahora en adelante firmaré con mi nombre trans –Beatriz Marcos Preciado– aprovechando la fuerza performativa de la política-ficción creada por los zapatatistas y dejarlo vivir en la guerrilla queer de una Europa en descomposición: para que la realidad zapatista sea.
Por Beatriz Preciado
Extraido de:

Comentarios