Información, ciudadanía y géneros
Una obsesión por lo estable, lo idéntico, por lo quieto, domina el sentido común en casi todos los ámbitos de la vida. Una especie de policía estética y moral parece llamarnos al orden cada vez que algo, alguna actitud o algún gesto, en definitiva alguna impostura, desafía nuestro pequeño manual de convenciones cotidianas. Y es que no es sólo una mera convención lo que se ve desafiado, sino que en ella se reproduce y moviliza toda una serie de relaciones de poder entre los sujetos; relaciones que definen y cristalizan partes ganadoras y perdedoras, superiores e inferiores, normales y diferentes.
Hace ya algún tiempo que desde el Grupo de Información Ciudadana Marcos Juárez comenzamos a transitar ciertas cuestiones relacionadas con lo que se conoce como perspectiva de género. Mediante un trabajo centrado en la difusión de derechos buscamos ampliar los modos en que entendemos y practicamos la ciudadanía: esto es, pensar, reflexionar y actuar sobre esas condiciones que, en nuestra comunidad, en la cotidianeidad, reproducen relaciones desiguales entre los sexos, entre los géneros.
Conscientes de que se trata de un trabajo inacabado y continuo, le propusimos al Profesor en Filosofía Martín De Mauro (*) que dictara un taller abierto a la comunidad donde se trataran cuestiones relacionadas con la temática de las sexualidades disidentes e identidades de género.
Más que de dar respuestas concretas, indicar protocolos o formas políticamente correctas de mirar los géneros, los cuerpos, sexualidades e identidades, se trató de un taller que buscaba de abrir la discusión, crear espacios de encuentro para compartir inquietudes y conjurar prejuicios.
Desde una perspectiva filosófica se trató de reflexionar sobre aquellas nociones e ideas naturalizadas, tomadas por evidentes, naturales: ¿Qué tanto de natural hay en nuestros cuerpos, en la forma en que nos comprendemos y relacionamos? ¿Hay acaso una historia del género? ¿Podemos reconocer una fecha de nacimiento de la sexualidad, de la norma heterosexual? ¿Qué tanto han contribuido los desarrollos tecno-científicos en la construcción de lo natural?
Pero… ¿desde cuándo la ciudadanía tiene que ver con el sexo, con los géneros? ¿Por qué esta intromisión de la política en los cuartos (¿policías en las alcobas?), en la vida privada? Arriesgamos que, justamente, no se trata de algo privado. La cuestión de las identidades es una cuestión política. La participación ciudadana, democrática, consiste en el trabajo constante ampliar el mundo común, donde todas las identidades y sujetos diferentes se reconozcan a sí mismas, reconociendo sus derechos, como actores políticos determinantes.
Notas sobre el Taller de Diversidad Sexual e Identidades de Género, llevado a cabo el día 10 de agosto en la Biblioteca Popular Lidia Cesanelli.
Una obsesión por lo estable, lo idéntico, por lo quieto, domina el sentido común en casi todos los ámbitos de la vida. Una especie de policía estética y moral parece llamarnos al orden cada vez que algo, alguna actitud o algún gesto, en definitiva alguna impostura, desafía nuestro pequeño manual de convenciones cotidianas. Y es que no es sólo una mera convención lo que se ve desafiado, sino que en ella se reproduce y moviliza toda una serie de relaciones de poder entre los sujetos; relaciones que definen y cristalizan partes ganadoras y perdedoras, superiores e inferiores, normales y diferentes.
Hace ya algún tiempo que desde el Grupo de Información Ciudadana Marcos Juárez comenzamos a transitar ciertas cuestiones relacionadas con lo que se conoce como perspectiva de género. Mediante un trabajo centrado en la difusión de derechos buscamos ampliar los modos en que entendemos y practicamos la ciudadanía: esto es, pensar, reflexionar y actuar sobre esas condiciones que, en nuestra comunidad, en la cotidianeidad, reproducen relaciones desiguales entre los sexos, entre los géneros.
Conscientes de que se trata de un trabajo inacabado y continuo, le propusimos al Profesor en Filosofía Martín De Mauro (*) que dictara un taller abierto a la comunidad donde se trataran cuestiones relacionadas con la temática de las sexualidades disidentes e identidades de género.
Más que de dar respuestas concretas, indicar protocolos o formas políticamente correctas de mirar los géneros, los cuerpos, sexualidades e identidades, se trató de un taller que buscaba de abrir la discusión, crear espacios de encuentro para compartir inquietudes y conjurar prejuicios.
Desde una perspectiva filosófica se trató de reflexionar sobre aquellas nociones e ideas naturalizadas, tomadas por evidentes, naturales: ¿Qué tanto de natural hay en nuestros cuerpos, en la forma en que nos comprendemos y relacionamos? ¿Hay acaso una historia del género? ¿Podemos reconocer una fecha de nacimiento de la sexualidad, de la norma heterosexual? ¿Qué tanto han contribuido los desarrollos tecno-científicos en la construcción de lo natural?
Pero… ¿desde cuándo la ciudadanía tiene que ver con el sexo, con los géneros? ¿Por qué esta intromisión de la política en los cuartos (¿policías en las alcobas?), en la vida privada? Arriesgamos que, justamente, no se trata de algo privado. La cuestión de las identidades es una cuestión política. La participación ciudadana, democrática, consiste en el trabajo constante ampliar el mundo común, donde todas las identidades y sujetos diferentes se reconozcan a sí mismas, reconociendo sus derechos, como actores políticos determinantes.
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