Ilustración de Santiago Sequeiros.
1. Los muertos rodean a los vivos. Los vivos son el centro de los muertos. En ese centro están las dimensiones del tiempo y del espacio. Lo que rodea al centro es atemporal.
2. Entre el centro y lo que lo rodea hay intercambios, que por lo general no son claros. Todas las religiones se preocuparon por hacerlos más claros. La credibilidad de la religión depende de la claridad de ciertos intercambios inusuales. Las mistificaciones de la religión son el resultado de intentar producir tales intercambios de manera sistemática.
3. La infrecuencia del intercambio claro se debe a la infrecuencia de que algo pueda atravesar intacto la frontera entre la atemporalidad y el tiempo.
4. Considerar que los muertos son los individuos que alguna vez fueron tiende a oscurecer su naturaleza. Tratemos de considerar a los vivos como podríamos pensar que lo hacen los muertos: de manera colectiva. El colectivo se extendería no sólo a través del espacio, sino también a lo largo del tiempo. Comprendería a todos aquellos que alguna vez vivieron. Así también pensaríamos en los muertos. Los vivos reducen a los muertos a aquellos que vivieron, pero los muertos comprenden ya a los vivos en su propio gran colectivo.
5. Los muertos habitan un momento atemporal de construcción que recomienza constantemente. La reconstrucción es el estado del universo en todo instante.
6. De acuerdo con su memoria de la vida, los muertos saben que el momento de construcción es también un momento de caída. Dado que vivieron, los muertos nunca pueden ser inertes.
7. Si los muertos viven en un momento atemporal, ¿cómo pueden tener memoria? Todo lo que recuerdan es que se los precipitó al tiempo, como hace todo lo que existió o existe.
8. La diferencia entre los muertos y los que no nacieron es que los muertos tienen ese recuerdo. A medida que aumenta el número de muertos, la memoria crece.
9. La memoria de los muertos que existen en la atemporalidad puede pensarse como una forma de imaginación relacionada con lo posible. Esa imaginación está junto a (reside en) Dios, pero no sé cómo.
10. En el mundo de los vivos hay un fenómeno equivalente, pero opuesto. En ocasiones los vivos experimentan la atemporalidad, tal como se revela en el sueño, en el éxtasis, en instantes de peligro extremo, en el orgasmo y tal vez en la experiencia de la muerte. En esos instantes la imaginación de los vivos abarca todo el campo de la experiencia y excede los límites de la vida o de la muerte individual. Toca la imaginación expectante de los muertos.
11. ¿Qué relación tienen los muertos con lo que aún no sucedió, con el futuro? Todo el futuro es la construcción a la que está entregada su 'imaginación'.
12. ¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismos incompletos. De esa forma, vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los 'eliminados'.
Por John Berger.
Comentarios
Publicar un comentario