Etnocidio

Memoria de una masacre indígena

Por:  30 de mayo de 2013
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Esta semana en Brasil sucedió un hecho clave para su historia. Tras 45 años perdido o creído extinto, reapareció un tristemente célebre informe sobre las atrocidades cometidas contra los indígenas de Brasil entre los años cuarenta y sesenta por parte de los terratenientes y el propio Servicio de Protección Indígena (SPI).
El conocido como Informe Figueiredo, presentado en 1967 por el fiscal Jader de Figueiredo Correia, describe las torturas, los robos de tierras, los envenenamientos, las violaciones y el genocidio de las tribus indígenas. Algunas de estas comunidades desaparecieron o quedaron al borde de la extinción. Cuando se hizo público el documento de 7.000 páginas hubo un gran revuelo internacional por las brutalidades que describía. Dio pie a una investigación que acabó con 134 funcionarios acusados de cometer más de un millar de crímenes de toda índole. Apenas una cuarentena fueron destituidos y ninguno fue a prisión.
Poco después de salir a la luz, el informe supuestamente quedó destruido en un incendio. Se achacó a la dictadura una maniobra para hacer desaparecer el documento, en un intento de echar tierra sobre el escándalo y de paso lavar la imagen de muchos latifundistas aliados del régimen. Sin embargo, 45 años después el texto fue hallado en el Museo del Indio de Brasil.
ImagesEntre las atrocidades recogidas en el informe, se describe la “masacre del paralelo 11”, en la que se arrojó dinamita desde un pequeño avión sobre una comunidad de indígenas Cinta Larga. Treinta indígenas murieron, y solo dos sobrevivieron para contarlo. También se da cuenta del envenenamiento de cientos de indígenas con azúcar mezclada con arsénico, y brutales métodos de tortura como aplastar lentamente los tobillos de las víctimas con un instrumento conocido como el “tronco”.
En 1969, en un artículo titulado Genocidio que apareció en el Sunday Times británico, el cronista Norman Lewis escribió: "Desde el fuego y la espada al arsénico y las balas: la civilización ha enviado a seis millones de indígenas a la extinción". El artículo motivó a un pequeño grupo de personas a fundar Survival International ese mismo año. De acuerdo con la ONG Survival, el informe será considerado por la Comisión Nacional para la Verdad de Brasil, que investiga las violaciones de derechos humanos que tuvieron lugar entre 1946 y 1988.

Un informe “perdido” expone el genocidio de los indígenas brasileños

Un histórico informe que detallaba las espeluznantes atrocidades cometidas contra los indígenas de Brasil en los años 40, 50 y 60 ha vuelto a aparecer 45 años después de haber sido supuestamente “destruido” en extrañas circunstancias por un incendio.
El “Informe Figueiredo” fue un encargo del ministro del Interior en 1967 y generó una ola de indignación internacional al revelar los crímenes contra la población indígena de Brasil a manos de poderosos terratenientes y el propio Servicio de Protección Indígena (SPI) del Gobierno. El informe llevó dos años más tarde a la fundación de la organización de derechos indígenas Survival International.
El documento, de 7.000 páginas, fue recopilado por el fiscal Jader de Figueiredo Correia, y detallaba los asesinatos en masa, las torturas, la esclavitud, la guerra bacteriológica, los abusos sexuales, el robo de tierras y el descuido generalizado contra la población indígena de Brasil. Algunas tribus fueron completamente erradicadas como resultado de estas prácticas, y otras resultaron diezmadas.
El informe fue re-descubierto recientemente en el Museo del Indio de Brasil y será considerado por la Comisión Nacional para la Verdad de Brasil, que investiga las violaciones de derechos humanos que tuvieron lugar entre 1947 y 1988.
Entre los atroces ejemplos recogidos en el informe, se describe la “masacre del paralelo 11”, en la que se arrojó dinamita desde un pequeño avión sobre una comunidad de indígenas “Cinta Larga”. Treinta indígenas murieron, y solo dos sobrevivieron para contarlo.
Una pareja karajá con su bebé muerto a causa de la gripe.
Una pareja karajá con su bebé muerto a causa de la gripe.
© Jesco von Puttkamer/ IGPA archive
Otros ejemplos incluyen el envenenamiento de cientos de indígenas con azúcar mezclada con arsénico, y brutales métodos de tortura como aplastar lentamente los tobillos de las víctimas con un instrumento conocido como el “tronco”.
Las averiguaciones de Figueiredo generaron una ola de indignación internacional. En 1969, en un artículo titulado “Genocidio” que apareció en el Sunday Times británico, el cronista Norman Lewis escribió: “Desde el fuego y la espada al arsénico y las balas: la civilización ha enviado a seis millones de indígenas a la extinción”. El artículo motivó a un pequeño grupo de ciudadanos preocupados a fundar Survival International ese mismo año.
Como resultado del informe, Brasil inició una investigación judicial en la que 134 funcionarios fueron acusados de más de 1.000 crímenes. Treinta y ocho de ellos fueron despedidos, pero ninguno fue a la cárcel por las atrocidades.
El SPI fue posteriormente desmantelado y reemplazado por FUNAI, la Fundación Nacional del Indio de Brasil. Sin embargo, a pesar de que largos tractos de tierra indígena han sido desde entonces demarcados y protegidos, los pueblos indígenas de Brasil continúan luchando frente a la invasión y la destrucción de sus tierras por los madereros, ganaderos y colonos ilegales, y la pérdida de tierras debido al agresivo programa de crecimiento del Gobierno, que planea construir decenas de grandes presas hidroeléctricas y abrir sus territorios a la minería a gran escala.
El director de Survival International, Stephen Corry, ha declarado hoy: “El informe Figueiredo es una lectura desagradable, pero, a pesar de ello, nada ha cambiado: cuando se trata del asesinato de indígenas, sigue reinando la impunidad. Los pistoleros continúan asesinando a indígenas rutinariamente, a sabiendas de que hay poco riesgo de acabar en los tribunales; ninguno de los asesinos responsables de matar a tiros a líderes guaraníes y makuxíes ha sido encarcelado por sus crímenes. Es difícil no sospechar que el racismo y la avaricia son la raíz del fracaso de Brasil a la hora de defender las vidas de sus ciudadanos indígenas”.

Indígenas de Brasil

Más de quinientos años de exposición a enfermedades, violencia y desposesión eliminaron a la mayor parte de esta población indígena. Hoy hay unos 896.000 indígenas en Brasil repartidos en más de 238 tribus dispersas por todo el país.
Hablan un gran número de lenguas procedentes de una gran variedad de familias lingüísticas; 110 de las lenguas tribales de Brasil cuentan con menos de 400 hablantes.
Las tribus de Brasil incluyen desde grandes tribus como los guaraní o los yanomami, con decenas de millares de integrantes, hasta los akuntsu y los kanoê, con tan sólo unas pocas docenas.
Niño yanomami, Brasil.

© Victor Englebert/Survival

¿Cómo viven?

Los pueblos indígenas de Brasil viven en una enorme diversidad de medios naturales: selvas tropicales, praderas, monte bajo y semi-desierto. Poseen formas de vida muy dispares.
Su experiencia de contacto con los invasores europeos y sus descendientes también varía mucho. Algunos, como los guaraníes que viven en el Sur en un clima muy seco, han tenido contacto con los blancos durante más de 500 años; otros se han encontrado con ellos mucho más recientemente y hay algunas tribus que, de hecho, no han sido contactadas.
Danza kayapó en una protesta anti presas, 2006
Danza kayapó en una protesta anti presas, 2006
© Terence Turner
La mayor parte de los pueblos indígenas no contactados, probablemente más de 50, vive en Brasil. La mayoría tiene un modo de vida que combina la caza, la recolección y el cultivo de plantas para alimentarse, hacer medicinas y construir objetos de uso cotidiano.
Probablemente sólo los awá y los makú, no contactados, sean completamente nómadas y vivan enteramente de la caza y la recolección en la Amazonia.

¿A qué problemas se enfrentan?

En los más de 500 años que han transcurrido desde que los europeos llegaran a Brasil, los pueblos indígenas de este país han vivido un genocidio a gran escala y la pérdida de gran parte de su tierra.
Actualmente, su tierra aún es usurpada por haciendas o proyectos industriales, o invadida por mineros y colonos. Todavía hoy mueren asesinados, ya sea por enfermedades contraídas a raíz de la invasión de sus tierras, por inanición cuando se les expulsa de sus territorios de caza o por pistoleros a sueldo contratados por los terratenientes para mantener alejados a los indígenas.
Danza kayapó en una protesta anti presas, 2006
Danza kayapó en una protesta anti presas, 2006
© T Turner
En Brasil persiste un racismo endémico hacia los indígenas que permite que todo esto continúe (incluso la Ley aún los considera menores de edad). Lo más importante para los pueblos indígenas de Brasil es el control de sus tierras; Brasil es uno de los dos únicos países de Sudamérica que no reconoce la propiedad territorial indígena.
Si las tribus de Brasil fueran reconocidas como propietarias legales de sus tierras, esto les daría alguna protección real contra los individuos y empresas que las usurpan y destruyen su modo de vida y, a menudo, acaban con ellos.

http://www.survival.es/indigenas/brasil

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