–El movimiento milita por varias cuestiones. Una es el cese de prácticas de cirugías no consentidas, pero también por la reparación histórica para aquellas personas que ya sufrieron esas cirugías. También militamos para sacarnos el colonialismo LGBT, esta es una lucha importante.
–¿Cuáles son las diferencias con el movimiento LGBT?
–Esta idea de que la intersexualidad es la hermana menor de las cuestiones de identidad de género, cuando en realidad tiene poco y nada que ver con la diversidad sexual y está más relacionada con la diversidad corporal. Que es algo que no se trabaja. Se habla poco del cuerpo sexuado y es muy difícil incluir la agenda intersex dentro de la de LGBT.
–¿Deberían establecerse protocolos hospitalarios para cuando nace un bebé intersexual?
–Es complicado. Hubo iniciativas de trabajo con hospitales pero es un trabajo muy lento. Porque mucha gente considera que las operaciones están bien. El tener un cuerpo que es leído desde la medicina como ambiguo pareciera comprometer el derecho a la identidad sexual. Tenés que ser hombre o mujer. Punto. En Argentina ha habido cirugías promovidas por hospitales públicos. Hace unos años nació una niña intersex en Corrientes y el defensor de menores acusó al Hospital Garrahan por “violar los Derechos Humanos de la bebé” por no haber sido operada.
–¿Por qué no hay estadísticas sobre las cirugías practicadas a niños nacidos en el país?
–El punto no es tanto documentar la cirugía sino la consecuencia de una cirugía.
–¿Cómo acompañar a los padres, qué sería lo indicado?
–No hay reglas. Depende qué cuerpo es el que tenés adelante. En algunos casos lo mejor es intervenir, en otros es mejor no hacerlo. No hay algo así como "dejarlos solos". Cualquier cosa que hagas es una intervención. Hay algunas personas que rechazan no haber sido operadas. El problema no es tanto la intervención médica sino tener un cuerpo que no corresponda con la sociedad.
–¿Entonces la militancia pasa por la cultura de la diversidad?
–Si hay algo que el activismo intersex no puede hacer es tener una receta prefabricada sobre qué hacer. Terminás aplicando una suerte de paternalismo político, decirles a los padres qué tienen que hacer.
–¿Cómo sería una política estatal?
–Tendría que incidir en la formación de los médicos, es algo de lo que nos falta y tendría que ver con una política de reasignación de sexo. Pero sobre todo tendría actitudes celebratorias respecto de la diversidad corporal que no existen. Incluiría contenidos intersex en la educación sexual, acompañaría a médicos y médicas en toma de decisiones. Y a la familia, garantizar la ayuda, si la opción es intervenir. El problema es que la mayor parte de lo que tiene que ver con la sexualidad cae por fuera de la órbita estatal. El deseo, el placer tiene que ver con cosas que están por fuera. Si vos vivís en una cultura donde nada te dice que vas a ser un sujeto deseado y hasta la descripción de tu cuerpo pasa por la literatura médica y la única imagen de gente como vos la encontrás en manuales médicos, es muy difícil. «
Comentarios
Publicar un comentario