Cuando la palabra constriñe al cuerpo


Las entrañas del sujeto jurídico”, del quiteño Diego Falconí Trávez, establece nuevos diálogos entre el texto literario y el texto jurídico

El lanzamiento del libro se realizó en el Centro de Arte Contemporáneo de la ciudad de Quito.
El lanzamiento del libro se realizó en el Centro de Arte Contemporáneo de la ciudad de Quito.
Edgar Vega Suriaga
Uno de los éxitos más abrumadores de occidente lo es, sin duda, el control del cuerpo. Desde los aspectos más accesorios como la vestimenta, hasta los más estructurantes como la biología, todo lo que tiene que ver con el cuerpo se halla contenido en un repertorio histórico de controles, transgresiones y normatividades. Lo sorprendente de dichos controles es que su fuerza radica en una permanente traducción de las explicaciones mítico-religiosas a sistemas narrativos que organizan nuestra vida, como el escolar, el familiar, el jurídico o el religioso. Las entrañas del sujeto jurídico. Un diálogo entre la Literatura y el Derecho (Editorial UOC, Barcelona, 161 pp., 2012), escrito por Diego Falconí Trávez, nos permite reconocer cómo el pensamiento mítico-religioso se haya tan estructurantemente presente en dos discursividades que han normatizado exitosamente la existencia humana en occidente: la jurídica y la literaria. En este texto, Falconí analiza las transmutaciones del pensamiento mítico-religioso en discursividades jurídicas y literarias que se proponen entender y normatizar la diferencia corporal. La consecuencia más dramática de dicha empresa seguirá siendo la naturalización de esa diferencia a partir de la noción de subordinación de los cuerpos femeninos, feminizados, racializados y empobrecidos.

El autor recurre a la metodología intertextual, y nos propone un largo y profundo recorrido que empieza en el surgimiento del derecho romano, pasa luego por el derecho canónico hasta llegar al debate contemporáneo sobre los límites y posibilidades del derecho-humanismo. Paralelamente y de forma intrincada, el autor revisa textos literarios importantes que van desde Ovidio, Suplicia, Homero, San Agustín, Zorrilla o Lope de Vega, hasta figuras más contemporáneas como García Márquez, Kafka u Orozco. En esta etrategia, Falconí recrea al sujeto occidental en tanto nos remite a las fuentes que lo configuran y le dan actualidad. Además, lo expone a un examen de objetivación de todos aquellos procesos discursivos que lo subsumieron en subjetividades que legitimaban controles, discriminaciones y expolios. Finalmente, lo reivindica como deconstrucción, apertura y posibilidad de resistencia desde la heterogeneidad.

Además de lo dicho, lo que vuelve a Las entrañas del sujeto jurídico tan oportuno y valioso en nuestro medio, es que es escrito no desde la centralidad de la metrópoli -o peor, desde su añoranza-, sino más bien desde el lugar de lo periférico. Cuando en la presentación del texto Falconí aclaraba cuál era su lugar en la frontera desde dónde escribía y de qué tipo de frontera estaba permeada su obra, no hizo más que acentuar el tono y la pertinencia de esta obra. Y es que la Historia del cuerpo nos proporciona, sobre todo a partir de los años noventa, material valiosísimo para entender las lógicas profundas de la normatización corporal. El texto de Falconí hace esto, pero alineado, como su propia vida, a una escritura que se hace desde la periferia e incluso desde la subordinación. Para esta ingente tarea, Falconí recurre al potente contingente de los Estudios Decoloniales que vuelven a su obra de suma importancia para entender los procesos de vasallaje contemporáneos que siguen teniendo en el cuerpo el principal destino y a la palabra como arma de potente funcionalidad. A continuación propongo revisar dos aspectos que considero pertinentes en la lectura del presente texto.
El poder de las palabras para encubrir el cuerpo
En Las entrañas del sujeto jurídico, Falconí revisa la relación entre máscara, persona y personaje, y cómo este engranaje solo se puede entender a partir de las lógicas de reconocimiento y negación del estatus de “humano”. En ese sentido, Falconí emplaza y coloca frente a frente los discursos jurídico y literario para entender lo altísimamente productivos que han sido estos discursos en tanto artefactos culturales y dispositivos de control que han generado y reforzado imaginarios en los que el cuerpo es, ante todo, una falta, un lastre, algo que superar. Esta confrontación es llevada por el autor a la ironía al utilizar al cuerpo budú (que se enuncia visualmente en la portada) como una metáfora muy oportuna para referirse a una práctica consistente y, ciertamente, productiva de cubrir, velar o fetichizar el cuerpo con la escritura fonética. Esta práctica, muy ligada a los procesos de expansión económica y de gestación de las universalidades, será, como lo muestra el texto, una de las prioridades de los discursos jurídico y literario. Discursos que se ocuparán minuciosamente de entender la diferencia corporal desde la prerrogativa masculina, racial y económica.
Es, por tanto, en el discurso jurídico y en el literario, que el cuerpo se consolida como deseo, como pecado y como una mercancía en tanto la ley, así como el relato literario van a contemplar la norma y su transgresión como los marcos que limitarán la existencia de los cuerpos. Si la norma prevé su transgresión, el castigo y la libertad; el derecho y la literatura harán de ese binarismo un sistema tan altísimamente productivo como psicótico.
En este sentido, uno de los temas que pone en evidencia este texto es algo que se cuestiona con pertinencia desde la articulación entre los Estudios Visuales y el feminismo, y es la consecuencia más perniciosa de siglos de disciplinamiento corporal: que el discurso, la representación, están por encima de la realidad, se validan por encima de ella y como si fueran más reales que la realidad misma.
De ahí que la afirmación de Falconí, de que “el poder es la consecuencia del encuentro de cuerpos humanos, cualesquiera cuerpos que permitan entablar una relación” (2012:23), suponga reconocer una intertextualidad en la que el texto escrito consolida las relaciones de poder en la representación y es en ella en donde se depositan, por tanto, los dispositivos de control y normatización. Esto le lleva a Falconí a observar que la “narración literaria y el derecho […] plantean un espacio y un sistema jurídico donde el personaje y la persona, respectivamente, se configuran, se relacionan y, por sobre todo, accionan” (2012:25). Es en este momento cuando el autor se autoriza a revisar el interior de las disciplinas académicas, en este caso la literatura, para reparar en la comparación como uno de los protocolos de la representación. Falconí señala como uno de los objetivos de la comparación al ordenamiento y constata su carácter discrecional: “La ordenación (que inequívocamente pasa por la comparación por orden) es un proceso subjetivo cuya referencia o patrón es un parámetro que bien podría ser otro” (2012:34). Y más adelante añade: “la ordenación de gran parte de los aspectos de la vida no se constata sino que se decide por parte de las normas jurídicas y, más aún, por quienes esculpen dichos preceptos a partir de múltiples comparaciones que son efectivas para sus intereses” (2012:35). Las entrañas del sujeto jurídico se vuelve, entonces, una crítica frontal al carácter prescriptivo del texto escrito sobre el cuerpo y, por tanto, a la configuración vía la palabra de ideales regulatorios de obligatorio cumplimiento.
Así, el texto arqueologiza la escritura y sus discursos, desde Roma, el medioevo, luego la modernidad y finalmente los sistemas contemporáneos de clasificación. Esta revisión le permite al autor trazar un mapa geopolítico de las rutas normativas, del orden, la clasificación y la exclusión; rutas de los sistemas y regímenes textuales que han constituido occidente a partir del disciplinamiento de los cuerpos.
Deconstrucción del texto desde el cuerpo 
La escritura de Diego Falconí es fronteriza, su estrategia escritural es fronteriza, su propuesta estética y ética es fronteriza; no obtante, está atravesada de una voluntad subversiva que supone desestabilizar la norma desde su interior. Cuando cita a Butler para señalar que “la norma jurídica es tan prescriptiva como performativa” (2012:39), Falconí se abre a problematizar las prerrogativas de ciertos cuerpos para representar y representarse y el despojo que tiene la mayoría de la población para efectivizar sus derechos. En ese sentido, si desde Roma, “orden, escritura y subjetividad se juntan” (2012:49), los discursos jurídico y literario conducirán a un orden legal que “además de ser visto como obligatorio para el ser humano”, es el “único método para ejercer su libertad personal” (2012:31). Por tanto, al arqueologizar la norma, Falconí examina sus procedimientos internos y constata sus límites y posibilidades. Así, el discurso legal y el literario, permitirán el control, la disciplina, la norma, pero también la libertad y las distintas variantes de transgresión.

Es en este lugar que Las entrañas del sujeto jurídico entra en diálogo con estrategias importantes de desestabilización del discurso jurídico. Cuando la Confetrans y el Proyecto Transgénero proponen la campaña “Mi género en mi cédula”, un slogan consigna la potencia del alternativismo en el Derecho: “A una letra de ejercer ciudadanía”. Efectivamente, el alternativismo (que en Ecuador ha sido trabajado profusamente por la jurista y activista Elizabeth Vázquez, del Proyecto Transgénero), cuestiona lo invasivo y excluyentes que son los sistemas que nombran la vida desde la representación escritural. Pero no se limita al cuestionamiento, sino que abre, desde los resquicios de la norma, posibilidades de irrupción para trastocarla y, así, beneficiar a sujetos que históricamente han sido subordinados por la palabra, como son las mujeres, los cuerpos feminizados y las diversidades sexogenéricas. “Mi género en mi cédula”, “A una letra de ejercer ciudadanía”; suponen un cuestionamiento frontal, desde las entrañas del poder, a los dispositivos que lo que buscan, en última instancia, es la estabilidad identitaria. Así, esta propuesta, como la deconstrucción que elabora Falconí, emplazan a los sistemas de conocimiento que han constreñido al cuerpo desde el uso jerárquico de la escritura letrada.
Es en este contexto que el texto de Falconí plantea una estrecha relación con el activismo político, desde la teoría, en tanto se alía con la realidad de subordinación y no con la representación normativa escritural.
La cultura contemporánea, tal como la conocemos hoy, hunde sus raíces en las matrices judeo cristianas y en la discursividad romana, que escinden cuerpo y alma, al punto de que asistamos, en la actualidad, y tras la figura del deseo, a una corpofobia sistemática que legitima unos cuerpos por sobre otros. En ese sentido,Las entrañas del sujeto jurídico puede ser leído desde la tradición de la historia del miedo en occidente, en donde el terror a la materialidad corporal de los cuerpos femeninos, feminizados, racializados y empobrecidos, ha sido la contraparte de la civilización. Y también puede ser leído desde los estudios de las masculinidades, en tanto es un registro del diseño, prueba, constatación y rediseño constantes del poder patriarcal, de la masculinidad hegemónica y del permanente despojo de la no humanidad, de la no subjetividad, de las no personas: de los otros.
Para finalizar, quiero destacar que, frente a la estrategia multicultural que supone apaciguar el conflicto cultural vía el reconocimiento plano de derechos, Las entrañas del sujeto jurídico nos habla desde la interculturalidad, esa otra estrategia, amasada desde el sur, que bien se puede alinear con lo que el autor denomina la “ética de la sospecha” (2012:131). Desde este episteme, este texto da cuenta de unos cuerpos que desbordan la norma, que siempre la han rebasado, y que cada vez resisten a las distintas formas a ser engullidos por el ideal de democracia o por las ofertas del mercado. Por todo esto, Las entrañas del sujeto jurídico se convertirá en una obra de referencia que permita desentrañar la alianza entre derecho y literatura en relación a la captación, encubrimiento y negación de lo humano a los cuerpos otros, a los cuerpos femeninos, feminizados, racializados y empobrecidos.

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