Las escaleras del Sacré-Coeur

Ahmed. – ¿Y si ese vacío fuera el mismo para los dos? No el vacío de la angustia,  sino aquel que nos separa
y que a la vez nos atrae.Lou. – ¿Nos atrae para reírse? ¡Yo sólo ando con chicas y vos sólo con muchachos! Ahmed. – ¡O sea que somos vírgenes! ¡Y es nuestra oportunidad para amasarte las tetas y que vos sientas mi verga!

Lou. – ¡Oh, no, Ahmed, te lo ruego, pará ya con esas bromas!

Ahmed. – No son para nada bromas. Es como un truco de magia. ¡Y acá la tenés, mi amor! ¿Nunca tocaste una pija?

Lou. – ¡No, Ahmed, no me atrevería!
Ahmed. – Mirá que chiquita es, cabe adentro de tu mano.
Lou. – ¿Es tan chiquita en verdad?
Ahmed. – Sólo aguarda tus caricias. En tu seno va a adquirir la forma de su deseo.
Lou. – ¿Y no me causará daño?
Ahmed. – No, te lo juro, te quiere. Es como una crisálida que sueña ser elefante.
Lou. – ¡Tengo miedo a tener hijos!
Ahmed. – No te voy a eyacular. Sólo quiero que vos sientas –o que tan sólo presientas–  la calidez de una pija
que tiembla contra tu vientre.
Lou. – ¡Oh, no, Ahmed, no tan rápido!
Ahmed. – No te voy a penetrar. Deja sólo que mi pija se pare entre vos y yo; ocupará el mismo espacio
del vacío que causaba tu gran desesperación.  


Lou. – ¡Tiembla como un pajarito!
Ahmed. – Sí, la verga es como un pájaro. Y un pájaro nadador. Le gusta mucho bañarse. Va a buscar en agua clara de la fuente de tu centro con qué apaciguar su ardor y la sed que lo atormenta.  Ha volado para hacerlo
desde el Noroeste de África, es un ave migratoria.
Lou. – ¿Me penetrás? ¡Mi Señor!
Ahmed. – El ave no es tu Señor. Es un joven nadador que busca rozar las olas. Mirame ahora a los ojos
porque no hay otro lugar donde veas el espejo en el cual en un instante te despertarás en mí.
Lou. – ¡Qué hermosos tus ojos negros! Veo atrás de tus pupilas una forma sin color que avanza por el espacio.
Se vuela y después se posa, como si no se animara a descomponer el agua fresca que ya la acaricia.
Ahmed. – Esa forma que estás viendo es ave de la ternura, Ave Fénix sin pereza y cuya mayor nobleza es esperar el momento cuando en tus ojos veré la llama de tu deseo.  Porque justo en ese instante
alzará su vuelo el pájaro y te llevará con él  al cielo del porvenir donde cada uno tendrá el rol que llegó a ser suyo: vos el rol de una muchacha y yo, el papel de un varón. 


Lou. – Al fondo de mi memoria ya lo siento despertarse, deseo ancestral por vos: es el ansia de subir a una bella alfombra mágica y sobrevolar toda África en un dibujo animado.  Siento excitarse mi alma que tanto había olvidado: la de mi primera infancia, cuando soñaba volar para alejarme del mundo…
Ahmed. – ¡Volemos juntos, mi alma! ¡Te amo!
Lou. – ¡Te amo, M’Hamed!

Copi, Las escaleras del Sacré-Coeur


Traducción: Silvio Mattoni

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