Feminismos Trans


¡Si somos feministas, somos trans!

El sistema binario se impone violentamente sobre todos los cuerpos para mantener los privilegios de género: la lucha trans y las feministas están entrelazadas

M en conflicto 20/10/2012
Manifestación del Orgullo Indignado, el pasado 28-J en Madrid./ M en Conflicto
Manifestación del Orgullo Indignado, el pasado 28-J en Madrid./ M en Conflicto
Antes ocurría sólo cuando nacía un bebé y el médico miraba entre sus piernas. Ahora ni siquiera hace falta que nazca. Basta con un ecógrafo para que se produzca la sentencia performativa: “es un niño” o “es una niña”. Tres palabras y el entorno que vivirá ese bebé ya no tendrá nada que ver, las personas que rodeen la barriga embarazada no la tocarán de la misma forma, ni utilizarán el mismo tono de voz, ni le dirigirán el mismo tipo de palabras. Cuando nazca, el mundo que vivirá el bebé será completamente distinto en función de esa frase lapidaria, y a partir de ese momento se sumergirá en un proceso de reproducción continua de las normas de género y de coerción y exclusión de todo aquel cuerpo que las cuestione.
Aunque es necesario visibilizar las violencias que sufren sus cuerpos, muchas personas trans se resisten a la victimización y hablan de su proceso como una experiencia enriquecedora y empoderante, en la que generan estrategias creativas de resistencia a la normalización de las que podemos aprender
Antes de que camine, el sistema heteronormativo ya estará funcionando para orientar al bebé en la dirección adecuada. Rosa para ellas, azul para ellos. Muñecas para ellas, cochecitos para ellos. Princesas Disney para ellas, superhéroes para ellos. Quizá durante la infancia pueda haber niñxs con expresiones de género diferentes de la norma que sean toleradas por su entorno hasta cierta edad, pero en el peor de los casos pueden terminar sufriendo acoso escolar o, si su expresión de género es “demasiado” diversa, en la consulta del psicólogo del colegio o de un psiquiatra. Cuando me estaba formando en psiquiatría infantil pude ver más de un chaval que llegó a la consulta de psicología derivado por el colegio (colegios católicos casi siempre) “porque no jugaba al fútbol y estaba siempre con las chicas”. Por fortuna la psicóloga del centro se encargaba de comunicarles que no jugar al fútbol no supone ningún problema de salud mental que sea necesario tratar en un niño.
Cuando llega la adolescencia, y con ella la posibilidad de procreación, los atisbos de tolerancia se terminan. El sistema coercitivo que mantiene el binarismo de género comienza a hacerlo más violentamente. Cuanto más alejada la expresión de género de la norma, más extrema será la coerción. En nuestro contexto, el 68% de las chicas trans refieren haber sufrido situaciones de violencia y maltrato alguna vez en su vida, con mayor intensidad durante la adolescencia. En el caso de los chicos trans, el 31% refieren haber sido agredidos por su identidad de género. Alrededor del 50% de personas trans refieren haber pensado en algún momento en el suicidio, y estas ideas aparecen sobre todo alrededor de los 17 años, coincidiendo con el momento más extremo de violencia transfóbica.
Aunque es necesario visibilizar las violencias que sufren sus cuerpos, muchas personas trans se resisten a la victimización y hablan de su proceso como una experiencia que enriquece sus vidas y sus deseos, creando redes de apoyo y desarrollando estrategias creativas de resistencia a la normalización en las que creo que hay mucho que aprender y compartir. Aunque no sea fácil, el proceso trans no tiene porqué convertirse en el camino lleno de sufrimiento que se suele describir y también se puede vivir como una experiencia positiva y empoderante.
¿Por qué tanto interés en sostener una correlación supuestamente necesaria entre los genitales y la expresión de género? La respuesta nos la dan los feminismos: si los límites del sistema sexo/género fueran permeables, cuestionarían la legitimidad de los privilegios masculinos
Quizá estés leyendo esto y pienses que no tiene mucho que ver contigo, pero el sistema binario se impone violentamente sobre todos los cuerpos. El tuyo también fue diagnosticado como de niña (o niño) cuando naciste. Si tu expresión de género es más o menos normativa no lo habrás notado tanto, pero cuando más diferente sea de la norma más experimentarás la presión. Si te gustaba jugar con los chicos, si no te depilas, si te atraen las mujeres, si eres “demasiado” proactiva para ser una chica, si cuestionas el patriarcado… no es necesario que te identifiques como persona trans para sentir la coerción del sistema binario en tu cuerpo.
Y llegados a este punto tendríamos que preguntarnos por qué es necesaria tanta violencia para mantener el sistema, por qué tanto interés en sostener una correlación supuestamente necesaria entre los genitales y la expresión de género. La respuesta nos la dan los feminismos: el sistema sexo-género binario es por definición un sistema desigual, que protege los privilegios de unos frente a las otras, por lo que si los límites fueran permeables cuestionarían la legitimidad de esos privilegios. Y la experiencia trans atraviesa esos límites poniéndolos en evidencia.
Aquí la lucha trans y los feminismos se entrelazan estrechamente, y emerge la posibilidad de una lucha común. Si lxs tocan a ellxs, nos tocan a todas. Cuando recortan sus derechos sanitarios, recortan los nuestros, cuando les patologizan, lo hacen con todas las que resistimos al sistema sexo-género, cuando les agreden, nos están agrediendo también a nosotras, cuando a las personas trans migrantes se les niega la asistencia, nos la están negando a todas. Por eso, en el Octubre Trans inundemos las calles de cuerpos insumisos del género, porque si somos feministas, más que nunca en Octubre, también somos trans.
Información sobre el Octubre Trans:
Campaña por la despatologización: http://www.stp2012.info

Comentarios