LA PROPUESTA
Se propone indagar intentando conocer el "lugar" donde se manifiesta mi forma de ser malabarista.
La mente y el cuerpo que capta, lo espontáneo, el instante.
La mente y el cuerpo que deviene, la memoria, los procesos automáticos, los movimientos parásitos.
El observador, su voluntad, la atención. El tiempo de lo que está sucediendo.
El tiempo entre proceso de devenir y proceso de devenir. Mi singularidad, autenticidad.
Reconocer a través de ciertos acontecimientos malabarísticos como ,
los modos en que me expreso, el tipo de respuestas que doy, de donde provienen.
La sorpresa, la incertidumbre, como fenómenos del acontecimiento malabarístico,
como conexión, puente directo a mi naturaleza.
Enfocar voluntariamente la atención como fenómeno psicofísico factible de ser entrenado.
La permanencia en la captación del acontecimiento y de mi devenir comprendido en él,
La espera, la escucha.
intentar co-crear el acontecimiento, expandirlo
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UNA IDEA
Malabarear contiene una sucesión de accidentes, interrupciones constantes, caídas.
Pero hay entre todos estos momentos algunos que cuando suceden, provocan en el malabarista,
como sabemos, una especie de momento sublime.
Aquí, es indispensable entrar.
Por que esos momentos, despiertan nuevas posibilidades, son nuevos caminos,
puntos espontáneos en un recorrido preestablecido.
Y esos accidentes, esos puntos, son malabar.
Siempre, algo sucede. Una escena por continuar, otra en la que encontrarse.
Poder observarla y no detenerse a definir qué es, muestra.
Pensamos en una sucesión de hechos
(como el vuelo de una clava desde y con los momentos en que es lanzada y recibida)
de forma lineal, como algo que tiene un principio y un final,
y referimos nuestras acciones, en consecuencia, hacia tal propósito…
En estas cadenas de sucesos, hay accidentes, intervalos, desvíos, interrupciones;
en nuestra percepción, en nuestra imaginación, en un movimiento,
algo que no teníamos en cuenta y está sucediendo.
Podemos, también, pensar y trabajar con estas cadenas como el medio para
encontrar o atravesarnos con estos accidentes, y así habitarlos.
Habitarlos, es un salto al vacío, sin paracaídas, dispuesto por un momento a explorar
todo lo que hay en ese nuevo universo al que ingresamos. Es perder la dirección…
Saltar, es dejarse perder. Averiguar, preguntar, explorar, escuchar.
Todo está allí por algo,
solo hay dejar de dirigir, para lograr explorar de manera mas transparente,
cada imagen, cada adorno de la mente, cada movimiento inédito.
Y ya no hay error por que no hay a donde llegar,
no hay derrota que evadir, solo se acontece.
Se habita por un momento el accidente…
un hecho, con un rico sabor a incertidumbre, a inesperado,
a sorpresa, a evidencia, otra explosión de posibilidades.
Cuando uno se lanza a observar la cantidad de posibilidades,
siendo participe de lo que está sucediendo,
siente la vertiginosa caída, que no se detiene en nada,
en ninguna de las opciones que sobrevienen,
hasta que decanta en otro accidente.
Se propone indagar intentando conocer el "lugar" donde se manifiesta mi forma de ser malabarista.
La mente y el cuerpo que capta, lo espontáneo, el instante.
La mente y el cuerpo que deviene, la memoria, los procesos automáticos, los movimientos parásitos.
El observador, su voluntad, la atención. El tiempo de lo que está sucediendo.
El tiempo entre proceso de devenir y proceso de devenir. Mi singularidad, autenticidad.
Reconocer a través de ciertos acontecimientos malabarísticos como ,
los modos en que me expreso, el tipo de respuestas que doy, de donde provienen.
La sorpresa, la incertidumbre, como fenómenos del acontecimiento malabarístico,
como conexión, puente directo a mi naturaleza.
Enfocar voluntariamente la atención como fenómeno psicofísico factible de ser entrenado.
La permanencia en la captación del acontecimiento y de mi devenir comprendido en él,
La espera, la escucha.
intentar co-crear el acontecimiento, expandirlo
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UNA IDEA
Malabarear contiene una sucesión de accidentes, interrupciones constantes, caídas.
Pero hay entre todos estos momentos algunos que cuando suceden, provocan en el malabarista,
como sabemos, una especie de momento sublime.
Aquí, es indispensable entrar.
Por que esos momentos, despiertan nuevas posibilidades, son nuevos caminos,
puntos espontáneos en un recorrido preestablecido.
Y esos accidentes, esos puntos, son malabar.
Siempre, algo sucede. Una escena por continuar, otra en la que encontrarse.
Poder observarla y no detenerse a definir qué es, muestra.
Pensamos en una sucesión de hechos
(como el vuelo de una clava desde y con los momentos en que es lanzada y recibida)
de forma lineal, como algo que tiene un principio y un final,
y referimos nuestras acciones, en consecuencia, hacia tal propósito…
En estas cadenas de sucesos, hay accidentes, intervalos, desvíos, interrupciones;
en nuestra percepción, en nuestra imaginación, en un movimiento,
algo que no teníamos en cuenta y está sucediendo.
Podemos, también, pensar y trabajar con estas cadenas como el medio para
encontrar o atravesarnos con estos accidentes, y así habitarlos.
Habitarlos, es un salto al vacío, sin paracaídas, dispuesto por un momento a explorar
todo lo que hay en ese nuevo universo al que ingresamos. Es perder la dirección…
Saltar, es dejarse perder. Averiguar, preguntar, explorar, escuchar.
Todo está allí por algo,
solo hay dejar de dirigir, para lograr explorar de manera mas transparente,
cada imagen, cada adorno de la mente, cada movimiento inédito.
Y ya no hay error por que no hay a donde llegar,
no hay derrota que evadir, solo se acontece.
Se habita por un momento el accidente…
un hecho, con un rico sabor a incertidumbre, a inesperado,
a sorpresa, a evidencia, otra explosión de posibilidades.
Cuando uno se lanza a observar la cantidad de posibilidades,
siendo participe de lo que está sucediendo,
siente la vertiginosa caída, que no se detiene en nada,
en ninguna de las opciones que sobrevienen,
hasta que decanta en otro accidente.
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