Las Islas Malvinas: Tragedia, Política y anonimato
¿Quienes son nuestros muertos?A quienes reconocemos como parte de un nosotros y llamamos los nuestros. ¿Cómo señalamos la pertenencia de nuestras muertes? Los modos de velar nuestras muertes: aquel mecanismo que le asigna una identidad, una pertenencia al cuerpo anonimado políticamente. De un lado ex-combatientes con nombre apellidos, sin honores ni glorias, en los bordes del ciego nacionalismo militar y la negación de la propia existencia del ex, de aquel que fué y se desvanece...
Frente a los fantasmas, a los reconocidos como tal, le podemos agregar la memoria histórica, como deuda desfondada (que no se agota) vuelve en Marea Baja, trae aquello que la historia puede llevarse en Marea Alta: lo no cumplido, aquello inacabado. Los cuerpos anónimos de ingleses y argentinos no reconocidos como personas, sino despersonalizados (léase el pedido de la Cruz Roja).
Son dos guerras las argentinas: la del Chaco, más borrada y sin mea culpa del estado argentino. Y la del Atlántico Sur, Malvinas e Islas Georgias. Podemos sumarme el anonimato y lxs desaparecidxs en democracia, la guerra continuada por otros medios.
Si de guerra se trata y en la desmilitarización de nuestros discursos estamos. Honor y Gloria también a los/las paraguayos/as caidos en la Guerra del Paraguay. A los/las muertes en democracia, los suicidios anónimos y desaparecidos en las sombras. Un perdon histórico que es tambien parte del reclamo de soberania. Cuando la hostilidad foránea se traduce en Hospitalidad a lo ajeno. Pacifismo, perdon y memoria.
como antigona de sófocles, ponerle nombre, identidad y singularidad a los cuerpos: a los anónimos de la guerra, los desaparecidos en democracia y la guerra del Chaco. Nuestras guerras, las explícitamente declaradas (las bélicas) y las que continuan en democracia.
*A los soldados estaqueados, a lxs desertores y los Pichiciegos.
Copyleft 2012 Martin De Mauro & Walter Ego's
Ahora bien, no estoy emitiendo un juicio sobre la validez de la reivindicación argentina. Como muchas reivindicaciones nacionalistas similares, no resiste demasiada investigación. Está basado esencialmente en lo que uno podría llamar “geografía de escuela secundaria” –todo aquello que pertenece a la plataforma continental debería pertenecer al país más cercano–, pese al hecho de que ningún argentino ha vivido allí. No obstante, estamos obligados a decir que la reivindicación argentina es casi con certeza más fuerte que la británica y ha sido considerada como tal internacionalmente. Los norteamericanos, por ejemplo, nunca aceptaron la reivindicación británica, cuya justificación oficial cambió con el paso del tiempo. Pero el punto no es decidir qué reivindicación es más fuerte. El punto es que, para el gobierno británico, las Falklands estaban tan bajo como podían estar en su lista de prioridades. E ignoraba totalmente el punto de vista argentino y latinoamericano, que no era meramente el de la Junta (militar argentina) sino el de toda América Latina.
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