ética, justicia y mucha culpa: en la búsqueda de la serenidad...

¿la culpa se termina con el pedido de perdon?,  con ética remediamos la tragedia de lo sucedido, de lo irremediablemnte sin vuelta atrás?. El problema de Oscar es su mesiánica necesidad de serenidad y eso con ética no se consigue, al menos no con provocación despolitizante porque le hace el juego a una derecha expectante, no se salva con cuatro líneas de aclaraciones de remate. A quienes provoca si les remueve su vacío progresismo de derechos humanos, les impone la necesidad de la pregunta, del fundamento vacío...

Copyleft 2011 / WalterEgo y Martin De Mauro

Sorpresa y rechazo

Por Oscar del Barco.

  • 28/07/2011
Como profesor de la Universidad Nacional de Córdoba, precisamente en estos momentos de su acentuada participación en la lucha por los derechos humanos y por la democracia, no puedo dejar de expresar públicamente mi sorpresa y mi rechazo al homenaje que se le rinde aJuan Gelman conmemorando los 400 años de la fundación de la universidad.
Y no se trata aquí de discutir el innegable valor de su poesía sino de señalar la contradicción implícita en el hecho de que nuestra universidad, que vive plenamente una democracia por la que ha luchado históricamente y a la que construye día a día, otorgue un premio de honor a un hombre que, como Gelman, fue y es notoriamente partidario de la dictadura existente en Cuba, gobernada desde hace más de 50 años por un dictador como Fidel Castro, quien instauró un régimen de represión política, de persecución cultural y de discriminación sexual.
Por otra parte Gelman participó en cargos de responsabilidad de un movimiento político-militar (Montoneros) que asesinó a sindicalistas, políticos, policías e incluso a miembros de la propia organización acusados de indisciplina.
Nunca Gelman hizo un acto público de autocrítica explicando cómo se tomaban y se ejecutaban las condenas a muerte, y mucho menos pidió perdón a los familiares de las víctimas de las acciones guerrilleras. También esas víctimas tenía padres que las lloraban como él ha llorado la trágica y despiadada muerte de sus hijos. No se trata de política ni de poesía, sino del acto esencial de toda comunidad, el acto de soberanía ética. No un deber ser abstracto y trascendente sino una responsabilidad viva frente al semejante.
Esta crítica a un premio que contradice el fundamento democrático de la propia universidad actual, a la que pertenezco y en la que participo, no puede ser utilizado en contra de la misma ni para descalificar las acciones del gobierno de nuestro país.

Comentarios