cuando la identidad no se agota en nombres, pronombres y marcas identitarias...

No tengo resistencia al dolor y ya se cumplían 45 horas ininterrumpidas de ibuprofeno y agonía. El diagnóstico por guardia fue litiasis renal. Me fui con la promesa de volver si persistía la fiebre, me llevé una dosis de diclofenac puesta y una receta de antibióticos de souvenir.
A los 3 días estaba de vuelta en el hospital con dolor pero sin fiebre y un bono de demanda espontánea para urología. El doctor me explicó todo sobre los cálculos en el riñón y me recetó un remedio para la próstata. “Soy un hombre trans” le aclaré. Entonces el tratamiento consistió en tomar mucha agua.
También tuve que dar explicaciones a la recepcionista del ginecólogo, porque en Capital Federal hay una ley que garantiza el respeto por mi nombre elegido, y el Hospital de Clínicas se ajusta a la norma, pero en la práctica parece que nadie había pensado en un tipo en la sala de espera de ginecología. Ni siquiera el mismo médico, que no sabe bien qué va a hacer conmigo una vez que empiece a aplicarme testosterona.  Así es que tampoco me decido a hormonarme, aunque tengo el gel en la mesa de luz.
La mastectomía es una cirugía que consiste en la extirpación de las glándulas mamarias. Quiero operarme, mi objetivo es lograr un pecho que pueda ser leído dentro del cánon de la masculinidad. Porque aún cuando mi dni diga que me llamo Blas ser un hombre ser un hombre con tetas es un riesgo.
Durante estos últimos meses he visto a 4 cirujanos distintos que me ofrecieron un abanico de técnicas y presupuestos. Cada uno expuso el procedimiento que domina, en cada caso aprendido en otro país. Yo vengo analizando el asunto desde hace casi 10 años, soy consciente de que ninguno es el que más se adecua a mi corporalidad. De todos modos, por medieval que resulte su arte en comparación con los avances científicos que están disponibles en los quirófanos de Europa, tengo que reconocerme afortunado: en Argentina estas intervenciones no están expresamente prohibidas por la ley, pero se fuerza la lectura de la norma para lograr esa interpretación y por este motivo no hay especialistas en el rubro. Como tampoco hay ginecólogos que cuenten con un protocolo de atención de pacientes con niveles elevados de testosterona, ni urólogos que acostumbren tratar con hombres que menstrúan.
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Nuestro objetivo no se agota en el acceso a documentos públicos que acrediten nuestra identidad de la misma forma que nuestra identidad no se agota en nuestros nombres y pronombres. No nos alcanza con un mero reconocimiento registral, buscamos un reconocimiento integral que contemple nuestros documentos tanto como los cuerpos que habitamos.
A través del Proyecto de ley de identidad de género demandamos se nos restituya el ejercicio pleno de la ciudadanía. La salud pública debe suministrar asistencia a todxs de forma gratuita y debe brindarnos la atención adecuada como sujetxs plenxs de derecho y no como objetos de estudio. Es vital que el Estado garantice la formación integral de profesionales de la salud y nos asegure el acceso a las hormonas y a las cirugías en forma gratuita.

por Blas


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