Obsolencia programada: una génesis explícita

No hay secreto en el motus del consumismo, su génesis y en consecuencia su deseo insaciable está a la vista de todos. Lo que es oculto, que constituye su destello misterioso, su brillantez en su publicitada oscuridad, es la génesis de las mercansias que consumimos sin parar. De allí que el tráfico de producción sea del Sur al Norte, de países poco subdesarrollados a paices centrales que consumen su propio deseo de consumo, solo de modo parcial, es decir, su consumo es deseo de deseo de consumir, un deseo que no se agota en su acto sino que por contrario contagia por reflexión. La caja brillo de Warhol es justamente un obsolencia programada, es una obra de arte obsoleta y programada, y es simultáneamente el fetiche resplandesciente que de tanto brillo opaca su génesis, quienes, como, cuanto y bajo que condiciones (estructuradas en precisas economías de fluidos y flujos mercantiles) se producen las cosas. La historia política de las cosas, con su respectiva genealogia somática de los deseos de las cosas. He ahí la ecuación del consumismo.

Copyleft 2011 / WalterEgo y Martin De Mauro




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