Izquierdas y Esteticismos


De aquí en adelante volveremos una y otra vez a insitir sobre el realismo, el liso y llano realismo
Es sabido que en la izquierda vernácula (ese cúmulo de progresismo mancomunado) es usual asociar mensaje y forma en una indisociable sociabilidad. Puesto que el mensaje y el contenido pesan sobre las formas y las técnicas se deja librado al abandono estas últimas categorías sobre aquellas. Y es ahí donde debemos vérnoslas nuevamente con el reiterativo motus del realismo. Pareciera que es un tema caro a la historiografía de la izquierda internacional, ya desde la censura a las vanguardias rusas durante la revolución de Octubre y la posterior complaciencia con el realismo soviétivo, el realismo ha devenido tópico transversal en la tan publicitada relación estética y política.
Haciendo las veces de un deliberado anacronismo vamos a releer brevemente el realismo setentista argentino, sus idas y venidas en una práctica militante anquilosada. 
Partiendo desde un texto muy bien narrado por Juan Burgos, nos gustaría hacer incapié en aquellla operación de gramática militante que entiende a la representación testimonial como el mejor y quizás el único modo de asir la violencia estatal sistemática en los años 70’. Las ya trilladas escenas para teatrales de militares de vestidos verde amarronados con bigotes aviolentado y secuestrado personas que bien detalla el escribiente Burgos, como Masculinistas machos heterosexuales, pareciera ser de un sentido común al menos en las latitudes de Sur bien al Sur. Para CircoAnalizar más esta gramática militante, debemos enfocarnos en la ecuación que presupone el aclamado realismo social: a mayor transparencia testimonial y exposición corporal mayor entendimiento sensitivo-político. Esta vinculación necesaria, desde este punto de vista, profundiza el prejucio a los modos más específicos de entender y concebir los crímenes de lesa humanidad. No sólo porque refuerza una narrativa monocorde, ortodoxa y unitaria (en Argentina la versión demasiado progresista y oficial sobre que son los Derechos humanos, quienes l*s vencedores vencid*s y una política de la memoria selectiva) sino que también eleva el realismo y su falacia de la transparencia al centro del esteticismo militante abandonando entonces todo atisbo de experimentación estética-política en términos narrativos. ¿Cómo narrar lo sucedido? ¿Existe acaso un modo más directo y políticamente prolífico de dar cuenta de ello? ¿La forma no opaca el contenido?. Preguntas que quizás son difíciles de plantearse en el seno mismo de una gramática activista que habla una sola lengua (el monolingüismo del lo mismo y lo uno). Las posibilidades de traducción no figuran en el horizonte próximo.  ¿El futuro será en blanco y negro?  señaló Pedro Lemebel, si la afirmación de la respuesta nos conduce a la grisácea izquierda vernácula, la tarea por venir puede que comience en un futuro con colores, en el festejo de aquellas tonalidades acalladas, en el carácter disruptivo de algunas combinaciones en la escala cromática.
 La politización de arte (como vaticinaba W. Benjamin) no debe conducir teleológicamente al realismo socialista, sino por cambio a la experimentación libertaria y politizante de la misma. Y esto aún  sigue siendo un enigma demás interesante. 

¿Cómo acercar la tan denostada experimentación artística burguesa institucionalizada a los caminos del panfletario y opacado activismo social?.
El camino ya intuído en 1929 por don Walter Benjamin (y de nuevoWalter) señala algunas bisagras al respecto:Organizar el pesimismo no es otra cosa que transportar fuera de la política a la metáfora moral y descubrir en el àmbito de la acción política el àmbito de las imágenes W. B. dixit

Pueden verse algunos intentos, ensayos e inquietudes a modo de colectivos estéticos que politizan su propia práctica o que estetitizan su práctica política en Insurgentes, en Iconoclasistas, en Bucales(Burgos-Cabral, Cabral-Burgos), en Annie Sprinkle, en PosOp, en Della Grace Volcano,entre otros proyectos.

Copyleft 2010 / WalterEgo, Juliet Rucovsky y Martin De Mauro

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