Justicia por Natalia Gaitàn

Fusilada por lesbiana.

Ni la prohibición, ni los tabúes pudieron con el deseo de Natalia. Con su deseo que desobedeció el mandato heterosexual. Con su cuerpo que ni la injuria ni la discriminación cotidiana pudieron controlar. Con su vida erótico-afectiva que los procedimientos sutiles y silenciosos de las instituciones no pudieron rectificar. Por lesbiana. Natalia Gaitán, pobre, de 27 años, residente en la ciudad de Córdoba, recibió un balazo de la fálica escopeta del padrastro de su novia el sábado 6 de marzo. Fusilada. Fusilado el cuerpo, fusilado el deseo, fusilado el impulso vital. Fusilada por lesbiana.
La lesbofobia hace estragos en nuestras vidas. Sus manifestaciones van desde la negación sistemática de la existencia, la compulsión a la mudez, la violencia del insulto, las miradas amenazantes o reprobatorias, los golpes y violaciones, el encierro en las casas, la expulsión de los hogares, el deseo de muerte por parte de padres y madres, la patologización inmediata, el temor a perder la tenencia de lxs hijxs, la burla cotidiana, la pérdida del trabajo, la desocupación por falta de “buena presencia”, hasta el asesinato liso y llano. Desde una infinidad de formas de extorsión que pretenden –y logran-convertir en horror una y muchas vidas, hasta la muerte marcada con la legitimidad que se da a sí mismo el pistolero y una ambulancia que tardó demasiado en llegar.
El asesinato de Natalia muestra cuán represiva es la ley heterosexual cuando los mecanismos institucionales de normalizaciòn no pudieron controlar ese deseo, esa atracción erótico afectiva que las instituciones siguen patologizando aunque a veces se llenen la boca de “los mismos derechos” y “el mismo matrimonio”. Hoy escuchamos muchos discursos progresistas cruzarse al hablar del matrimonio entre personas del "mismo sexo", discursos que ni siquiera nos nombran porque no pueden decir "lesbiana". Hay algo que es claro, la lesbofobia no se soluciona con más de lo mismo.
No sólo el fundamentalismo heteronormativo/heteropatriarcal, con su oposición a la legalización del aborto, a las leyes de educación sexual y a tantos otros derechos, desarrollan una política del odio; éste también se esparce en cada retícula de la vida diaria. Allí donde nos quieren hacer creer que somos como cualquier otra persona, que gozamos de plenos derechos individuales, mientras nos piden decoro y silencio a cada paso, mientras pretenden encerrarnos en el “cerquito de la felicidad gay friendly”, mientras hacen de cuenta que no existimos.
En el año del bicentenario, en este país que conmemora aquella gesta patriótica que instituyó el primer gobierno propio, se matan lesbianas, esas que deciden vivir un deseo propio. La escopeta se llama lesbofobia. Los perdigones se llaman heterosexualidad obligatoria y nos alcanzan a todxs.
Habrá quienes digan “una muerte más de una mujer” ocultando a propósito que Natalia era lesbiana, habrá quienes llorarán por las resonancias de ese proyectil en otros cuerpos, habrá quienes sangrarán con la intensidad de la exigencia de castigo al que gatilló, habrá quienes impulsen figuras jurídicas que incorporen el crimen de odio, habrá quienes marcharán por las calles exigiendo justicia, habrá quienes gritarán el nombre de Natalia para conjurar la rabia, habrá quienes escribirán comunicados y declaraciones denunciando el régimen heteronormativo. La herida no puede ser suturada porque es la memoria de la norma. Entonces, lo que no puede haber, por Natalia, por su novia, por nosotras, por nosotros, por nosotr*s, es silencio.
Creación colectiva de Veronica Marzano, Sonia Gono, Gabriela Diaz Villa, Valeria Flores y Ana Mines.
¡¡Basta de lesbofobia para mi y para tod@s ya!!
Si querés sumar tu firma, mandá mail a tanmalacomobuena@gmail.com
 
 
Natalia Gaitán

    A mi Nati la mataron como a un perro, dijo, su voz resonó en nuestros rostros como el aire frío golpea en los huesos  una mañana de invierno. Todavía sigue la sangre desparramada en la calle de tierra, dijo. El disparo se estrelló contra su cuerpo como la masa contra el ladrillo, cayó al suelo de tierra del  6 de marzo del Barrio Liceo, segunda sección.  Tengo aquí a mi hijo, mi negro, ¿me lo van a matar también? Pregunta. Volví a casa y puse crónica, así lidio yo con el dolor, una niña travesti no puede ir a la escuela, ¿acaso no hay un sentido en todo esto? ¿Cuántas Nati, detrás de Nati silenciadas? Hay que defender la moral de nuestros seres queridos, dice, sentada frente a nosotros. En ese momento recuerdo que mi abuela murió atragantada, siempre pienso que la ahogó tanto silencio, se le quedó en la garganta y no salió mas.
    En las segundas secciones las ambulancias tardan, en la morgue local, sin refrigeración permaneció Nati. Treinta horas después  su cuerpo recordaba una y otra vez que no hay belleza en la pobreza. Alguien dijo: un día o dos más para salir a marchar no hacen diferencia, tienen razón dice y se guarda la premura de la calle un momento, pero el grito sale, igual, en lágrimas: Es que pienso que así la voy a ver mañana, dice.
     Me doy cuenta como esta costándome escribir esto, generalmente escribo de un tirón, las palabras me apuran, se ordenan, me hablan. Debe ser el silencio que se me ha hecho carne a mí también. Por eso mejor decir claro y fuerte, Nati ha muerto, asesinada por amar a una mujer con su cuerpo con su sexo. Asesinada por un hombre pequeño, ni monstruo, ni enfermo, un hombre común que vive a la vuelta de tu casa que carga con odio su arma, un vecino de la ciudad, un padre de familia que carga su arma y dispara, el silencio y la indiferencia lo acompañan. Nati ha muerto, asesinada por lesbiana.
xara  s.


MARCHA
Basta de violencia contra lesbianas, gays y travestis JUSTICIA POR NATALIA
Barrio Liceo 2da sección
Bartolomé Hidalgo y Florentino Ameghino Mapa (acà)
jueves 18 de marzo, a las 19:00 horas.
Colectivos V1 y R5.
Unite al grupo en facebook JUSTICIA PARA NATALIA GAITAN
 

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