El “fin de la dominación masculina”: géneros, performances y post-feminismo queer

Hablar del fin de “la dominación masculina” es decir que es posible romper con la descripción reificante de esa dominación y su instrumentalizació n, tanto la de un Bourdieu como la de ciertos enfoques feministas, feministas materialistas y esencialistas franceses (1). Es afirmar que esos planteamientos dependen demasiado de una concepción dualista de los géneros, lo que lleva generalmente a un debilitamiento del poder de los géneros; que el mandato de género en los sujetos y los cuerpos es descrito por lo tanto como fatal, en detrimento de las mujeres, por supuesto. Esta visión reductora del poder de los géneros, que generalmente se acompaña de una renaturalizació n de los géneros masculino y femenino, entorpece el tipo de política sexual que son los feminismos.

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Este empecinamiento en probar y describir, no sin complacencia, hasta qué punto la dominación masculina no sólo funciona, sino que tiene candado, coloca a Bourdieu del lado de una enunciación cómplice masculinista.

Queerizar los feminismos

La exclusión de los demás géneros que conlleva una visión restrictiva y dualista y que sedimenta precisamente formulaciones del tipo “la opresión de las mujeres” o “la dominación masculina” no es exclusividad de Bourdieu. Incluso sin olvidar que la teoría feminista no constituye (lejos de ello) un lugar de saber-poder equivalente al que tuvo a su disposición Bourdieu, rencontramos esta exclusión en los feminismos fundacionalistas (2) heterocentrados. Fundacionalista porque se trata de un feminismo que plantea el “nosotros” de las mujeres como sujeto y objeto del feminismo. Esto puede parecer evidente, pero no es necesario, incluso debe evitarse en una perspectiva feminista queer. Efectivamente, esta oposición se traduce en una valoración monogenérica del sujeto mujer (en detrimento del sujeto hombre, claro, y de varios otros más: los transexuales por ejemplo) que va de la mano con cierta renaturalizació n de la mujer (especialmente en los feminismos antipatriarcales) . Focalizar la dominación en los hombres tiene como contrapartida la emergencia de un sujeto feminista puro. Este es otro efecto de reificación de la pareja hombre/mujer que se traduce específicamente en una celebración de las llamadas cualidades femeninas.
Esta confiscación de la enunciación de la dominación que hace el feminismo ha sido muy criticada y es cierto que ha tenido y sigue teniendo como resultado empobrecimiento, además de exclusiones en muchos niveles. Como parte de la teoría queer, esta crítica ha desembocado en el abandono de la denominación y de la conceptualizació n de las opresiones de género en términos de “dominación masculina”, incluso de dominación a secas, para privilegiar estrategias de resistencia, más modestas, pero transversales.

Notas
1. De Hélène Cixous a Antoinette Fouque, el mal llamado French Feminisme al otro lado del Atlántico.
2. Para una crítica del feminismo que se identifica mujer y fndacionalista, véanse los primeros capítulos de Gender Trouble de Judith Butler y de Technologies of Gender de Teresa de Lauretis


Marie-Hélène Bourcier, Sexpolitiques. Queer Zones 2, La fabrique éditions, París, 2005.
Traducción: Dulce María López Vega.

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