una foto de la marcha del orgullo





 la diversidad viene en un pico dulce

Si tuviera que elegir una foto para la marcha del orgullo glbti pondría a una pareja heterosexual dándose un beso. No porque ellos por sí solos representen la marcha, sino porque son ellos los que en ese día son invisibilizados por quienes dicen que solo marchan travestis gays y lesbianas.
De la misma forma que los gays, las travestis y las lesbianas fueron asesinadxs en la dictadura y luego reclaman en sus marchas. De la misma forma que reclaman por los crímenes que quedan impunes, por los feminicidios, por los trabajadores explotados, por las industrias que destruyen el paisaje, una vez por año la comunidad glbti reclama por sus propios derechos. Y al reclamarlos no están solos. Miles de madres, padres, tíxs, primxs, hijxs, hermanxs, compañerxs de trabajo se acercan.
Todos son madres, padres, tíxs, primxs, hijxs, vecinxs, hermanxs, compañerxs de trabajo de alguien de la comunidad glbti. Lo impotante es que miles de estas madres, padres tíxs, hijxs, hermanxs, compañerxs de trabajo es que se acercan. Se acercan por distintas razones, muchxs a ver, muchxs a bailar, muchxs a sacar fotos, otros muchxs a levantar sus banderas, muchxs quieren que les saquen fotos, muchxs no saben para qué van, de qué están orgullsxs. Pero van.
Cuadras y cuadras llenas. Personas que, por más que no estén pensando en los derechos, piensan que está todo bien. Y mucha (no toda) de esa gente se olvida de los golpes, de la constante discriminación, de los travestis apedreados, de los gays humillados, de las lesbianas que no pueden acompañar al amor de su vida que se muere en terapia intensiva, y bailan, y están de fiesta.
Porque bailar en una calle también es reclamar, porque si el boliche sale a la calle es porque mucha mucha gente no tiene permitido reflejar su esencia si no es en las bolas de espejos de los boliches.
Como en un sueño, el mensaje parece por momentos perder su sentido. Jugamos a ser ciegxs. Pero cuando la marcha llega a destino, las palabras se proyectan, y ya no hay nada más certero, que lo importante que es marchar.

 Santiago Abel

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