Derecho a decidir.

Estados Asesinos de mi Libertad: una mirada anarquista sobre el derecho a dedicir


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Por Leonor Silvestri
Anarquista y activista de género, poeta.
www.leomiau76.blogspot.com

A Alejandra y Mariana, dos médicas
A María del Carmen Brión, que dedica la vida al bien nacer
y al decidir sobre nuestro propio cuerpo.
A todas las que abortamos, cada una tendrá sus razones.

No quiero hundirme, no quiero ser encontrada,
las muertas del siglo XXI, este no es mi destino.

Banda de rock de mujeres L7

Aquí y Ahora en Argentina

Un forro que se pincha; unas pastillas que no funcionan; un DIU mal colocado o retirado sin criterio; un desconocido te viola o tu padre, tu hermano, tu padrastro, tío o vecino te abusa; algún tipo de relación sexual no consentida; una noche de exceso y descontrol; o simplemente un error.

Interrumpir un embarazo, detenerlo, decir “basta”, no quiero esto. Tomar la decisión. Estar sola, sola, sola. Nadie a quien recurrir, nadie a quien contárselo. Nadie. A veces ni tus amigas lo entienden, a veces no. Sentir el pecado en la carne, la culpa que hay que pagar con el propio cuerpo y con el cuerpo de otro u otra que hay que indefectiblemente traer a este mundo, para que también padezca el abandono. La culpa por el placer, la culpa por ser, la culpa por existir. La culpa. Todo el mundo quiere que pagues por lo que has hecho. ¿Y qué hiciste? En el mejor de los casos Coger, procurarte placer. Quizás ni siquiera, tan solo dejarte hacer, por la sociedad, por el mundo, por un chabón.

Y luego esa palabra … una palabra que suena feo, ABORTO, aunque desde el antiguo Egipto hace más de 5000 años atrás las mujeres han estado decidiendo sobre su propio cuerpo en esta instancia donde un proceso biológico se interrumpe, aunque las mujeres Espartanas tiraban a sus hijxs defectuosos vivos a volar por el monte Taigeto.

Aborto

En Argentina el aborto es, supuestamente, ilegal. La ley establece penas tanto para la mujer que se lo practica como para quien realiza el procedimiento (artículos 85, 86, 87 y 88 del Código Penal). La misma ley estable dos causas de excepción a estas penas: cuando el aborto se practica para “evitar un peligro para la vida o la salud” de la mujer o si el embarazo proviene de una violación de “una mujer idiota o demente” (artículo 86, incisos 1º y 2º del Código Penal) (1). Tampoco está penado el aborto que se produce en los casos de fecundación asistida o tratamientos de fertilidad, donde se eliminan clínicamente varios de los óvulos fecundados medicamente. Por una laguna de la ley, no se considera que eso sea aborto. Asimismo, el aborto está penalizado en un artículo del código penal de la Argentina: El Art. 88 dice “será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su propio aborto o consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es punible.” (2).

Tradicionalmente se consideró que en los casos de embarazos frutos de una violación a una mujer “idiota o demente”, el aborto no era punible. Pero desde hace unos años, ha surgido un grupo de juristas que consideran que el término “violación” es usado en el inciso 2 del artículo 86 citado a pie de página en forma general, y que el término “atentado al pudor” es el que se aplica únicamente a las embarazadas. Ergo, el inciso 2 del artículo 86 del Código Penal permite los abortos a los embarazos fruto de cualquier violación, no solo a una mujer “idiota o demente” (3).

A esta altura del milenio, sabemos que la letra de la ley ni garantiza ni protege sino que controla, crea y promueve ilegalidades de manera sistemática. En ese sentido, la ley, como se demuestra con los textos citados, ya deja un intersticio por donde las mujeres podríamos estar abortando. Lo que impide que abortemos no es la carencia de una ley, la corrupción, la mala voluntad de los jueces, la lentitud de la justicia –por citar algunos de los achaques populares con los cuales se intenta dar cuenta y/o excusar por qué las cosas están como están bajo esta forma de sistema (capitalista, modernidad tardía, estatal)-; sino un sistema explicativo del mundo (económico, social, político), y sus dispositivos en las mentes de quienes tienen que realizar los abortos, es decir el estamento médico, brazo armado del capitalismo, y del Estado. Por ejemplo, ha habido casos donde no era necesario un permiso legal para que un hospital público le practique un aborto a alguien comprendido en las leyes arriba mencionadas. Sin embargo, los médicos se han negado aduciendo desde convicciones religiosas, por otro lado irrefutables, e incomprobables, hasta la posibilidad de verse involucrados en juicios posteriores.

Así las cosas, como la voluntad y el deseo puede más, aquellas personas que hemos sido biopoliticamente asignadas al sexo mujer, de todos modos, abortamos. Pero, claro, doble moral e hipocresía mediante, las niñas ricas abortan mejor que las mujeres pobres…Una mujer que desea interrumpir su embarazo puede practicarse un aborto en una clínica clandestina sin ningún control. Los precios oscilan de los 100 a los 1500 dólares, siendo un salario mínimo oficialmente de 300 dólares en la Argentina. Otras de las maneras de detener un embarazo no deseado es perforarse el útero con agujas de tejer, infectarse introduciendo apios, o demás cosas, provocándose un aborto espontáneo.

Estas y otras maneras, producto de la desesperación y la marginalización no solo económica sino el empobrecimiento de los vínculos de contención afectivos y las redes de apoyo mutuo, hacen que el aborto clandestino sea el segundo causal de muerte (no natural) de mujeres en nuestra región, alcanzando cifras similares a las que llegan el tan mentado fenómeno del feminicidio en la región central de América Latina: más de 400 muertas al año. Por eso, soy de la opinión que la muerte producto de la interrupción de un embarazo no deseado forma parte del mismo fenómeno de violencia contra las mujeres empobrecidas que recorre Latinoamérica (recordemos que en las redes de apropiación de los cuerpos de las mujeres en los feminicidios de México y Guatemala, casi en la totalidad de los casos se trata de mujeres pobres, que trabajan de manera cuasi esclava en las famosas Maquilas, es decir talleres textiles y de alimento).

En la Argentina la hospitalización por aborto se ha incrementado en el país en un 57% desde 1995 a 2000; el 40 % de ellas corresponde a menores de 20 años. Se infiere que se producen entre 450.000 y 500.000 abortos por año (4). Las cifras del Ministerio de Salud indican que se practican 500 mil abortos por año, lo que equivale a casi uno por minuto. Como consecuencia de prácticas mal realizadas, unas 60.000 mujeres son hospitalizadas cada año, y el 24,2% de las muertes maternas son por causa de abortos clandestinos.

Personal y Político

Nunca pensé que me iba a embarazar y los motivos por los cuales sucedió, que no vienen al caso porque tal como afirmó el poeta iluminado, maldito y loco Antonin Artaud “Soy el único juez de lo que está en mi”, fueron razones evitables cuya responsabilidad solo caben a quien estaba en ese momento conmigo y a mí misma. Definitivamente, las condiciones, los motivos y las causas por las cuales me embaracé en nada tuvieron que ver con desinformación, falta de información, o de recursos materiales objetivos. Para muchas personas, que no se han secularizado de las calamidades religiosas y su superchería, y que claman por sangre y castigos, eso me hace más culpable que otras.

Yo en cambio no me arrepiento en lo más mínimo de haberme practicado un aborto a los 25 años de edad: fue una decisión acertada, tomada con mucha conciencia y claridad y basada en un tendal de razones que no expondré aquí pero que forman parte de mi matriz de pensamiento anarquista. A los 25 años yo ya era, de un modo u otro, la persona que soy hoy, y mi consciencia me dicta que obré correctamente, en beneficio de todas las personas involucradas, incluyéndome a mí, y al supuesto fruto de mi vientre, como lo llaman las revistas del corazón maternal: no todas las vidas son dignas de ser vividas y solo las que pueden ser dignamente vivibles deberían ser dadas a vivir.

Sin embargo, las condiciones en la que tuve que verme forzada a practicarlo, las mejores del mercado por cierto, fueron, de todas maneras, terribles y hacen que aún hoy, esa seria y gravosa decisión sea sumamente dolorosa. Casi no tuve herramientas comunales para asimilarlo. Mi madre, la psiquiatra Dra. María del Carmen Vidal y Benito, que aportó parte de la cuantiosa suma de dinero requerida, repetía la palabra “aborto” como quien dice “homicidio”. Algunas amigas se mostraron como lo que son realmente: malditas resentidas, moralistas empedernidas, cobardes envidiosas. Me sentía espantosamente mal, estaba en una pesadilla de la cual no podía despertar y que no podía compartir con nadie… o casi. El feminismo me ayudó mucho con herramientas conceptuales de deconstrucción de uno de nuestros grandes tabúes para poder sentir que fue un acto de suma responsabilidad no haber proseguido con mi embarazo.

Mis médicas apoyaron en todo momento mi decisión, y mas allá de sus creencias, ambas católicas, jamás me juzgaron, de hecho una no puede tener hijxs y la otra tardó hasta los 40 años en embarazarse. Pero se manejaron de manera ejemplar, siempre priorizando mi deseo, mi decisión, sin apuros. Finalmente, encontraron a una médica que practicara abortos, previo a intentar fallidamente un aborto espontáneo con el uso del OXAPROST/Misoprostol. Lo más complicado fue esconderse, esconder que la panza crecía, y las caderas se ensanchaban justificar mis ausencias en el trabajo, mentir todo el tiempo.

Con mi padre y mi hermano nunca hablé del tema. Sé que mi familia, ex militantes de izquierda y hoy con una clara tendencia progresista, piensa que tenía que pagar un precio por mi “error”. Porque no importa que diga la izquierda y el socialismo autoritario, en tanto y en cuanto no tengan otra manera de explicarse el mundo más que Estructural vs. Superestructuralmente, las dimensiones éticas, individuales, amatorias, etc. jamás formarán parte de sus redes de contención, apoyo mutuo, o amorosidad. Por eso, pudiendo mi familia poner todo el dinero -nuestra situación económica con mi compañero era pésima, en parte producto del abandono, el abuso y avasallamiento personal que desde muy chica había padecido por parte de mi familia pequeño burguesa ex militante-, nos hicieron pagar una parte, además del pago simbólico que bien se encargaron de hacerme llegar a mi en especial.
Aun puedo escuchar a mi madre, cual emisaria de esta sociedad hipócrita y moralista incluso cuando niega serlo: “Algo tenés que pagar vos”. Me deprimí mucho, y sentí culpa, cosa que en general no siento nunca, por qué sino estaba haciendo nada malo: ni el Código Penal considera que abortar es “matar a alguien”… y ya sabemos, mueren más niños pobres en el mundo por culpa del Estado que abortos se realizan en el mundo entero. O más niñas y niños son abusados en sus hogares, en el interior mismo de familias bien constituidas, que abortos producidos por violaciones en las calles…

Con el tiempo fui conociendo otro tipo de mujeres que o también habían tenido un aborto, o que me permitían hablar de esta experiencia con total tranquilidad, como hablo hoy. De más está decir que, como tantas de mi extracción social, no fue un tema de desinformación, como ya dije antes. Quizás alguien todavía pueda creer que el embarazo no deseado se trata de eso simplemente: acceso a la información. Sin embargo, aquellas personas que como yo hemos sido sujetas a la violencia primaria de ser biopoliticamente asignadas mujeres no nos embarazamos –sin desearlo- solo por no saber cómo prevenir un embarazo, o por qué no sabemos cómo vienen los bebés al mundo (5). Atrapadas en un entramado cuya malla es mucho más fina e imperceptible, somos sujetadas y concebidas como “futuras madres” desde el momento que deciden –por nosotras- perforarnos las orejas prácticamente al salir de la nursery. Vulnerables a un dispositivo mucho más sutil donde la maternidad es aún hoy el epítome de la trascendencia (y la felicidad) de la mujer, donde el amor romántico y en pareja es lo más deseable y placentero que nos puede ocurrir y aquello a lo que tenemos cual imperativo a tender, las mujeres nos embarazamos de manera no deseada hasta por mecanismos psíquicos de poder que operan en nuestros cuerpos, incluso cuando contamos con la información y los medios como para no embarazarnos (6) (y en muchos casos, esos mismos mecanismos de interpelación y constitución de una subjetividad que nos hace ser personas –mujeres- legibles, asimilables socializables en este mundo, son los que toman la decisión- por nosotras o con nosotras- de traer vida al mundo, ante la mala suerte).

Entonces, ¿cuando hablamos de educación sexual estaremos hablando acaso de socavar los imperativos de la maternidad y la feminidad, de mostrar la contingencia de este modelo binario sexual, de construir nuevas formas de placeres y de vinculaciones por afinidad y libre asociación de maneras impensables por fuera de la normatividad heterosexual y su obligatoriedad? ¿O simplemente de cómo colocarle a un varón un forro para penetrar a una mujer?

Moral Cristiana o Caretofobia

Pero el legado resuena: ya sea el del progresismo que quiere ver en el aborto (incluso estando de acuerdo) un gravísimo error donde, como decía mi madre, “algo hay que pagar” para expurgarlo, ya sea con esa moral cristiana secularizada que todo lo invade. Interrumpir un embarazo, estén a favor o en contra es materia de opinión donde todo el mundo tiene algo que decir al respecto. A simple vista, se puede advertir la falacia de quienes sostienen “a la vez” el criterio de prohibirlo y, de permitirlo. NO EXISTE LA POSIBILIDAD DE CREER QUE EN ALGUNOS CASOS EL ABORTO DEBE PERMITIRSE. O que algunos abortos son más válidos que otros, menos condenables.

Incluso el anarquismo, tenemos que decirlo para poder asumirlo y modificarlo, cuyas posiciones dogmáticas muchas veces son rayanas con las de los fundamentalistas de derecha: quien se embaraza debe hacerse responsable del producto de ese embarazo ya sea pariéndolo, incluso contra la voluntad, ya sea dándolo en adopción. Cada día me extraña más que personas que se dicen a sí misma anarquistas cuando hablamos del derecho al aborto se pongan ríspidas.

Pero la peor parte tiene que ver con el tema de la adopción. Sin ningún conocimiento de como funcionan los cruentos aparatos estatales, y sus instituciones con respecto a los menores de edad, claman “Si no lo quieren tener que los den en adopción”, como si esa fuera la solución. Como anarquista pregunto ¿entregaríamos una vida humana recién nacida atada de pies y manos al control del Estado, más absoluto y total, para que le encuentre una familia? De solo pensarlo me recorren escalofríos. Ya ni pretendo que entiendan que no es tan fácil cargar 9 meses con un ser no deseado, ni parirlo, ni voy a cuestiones que son del orden de los imaginarios sociales o de la institucionalización. Ni tampoco pido que discutamos qué es vida, y cuáles son dignas y a qué nos referimos con el derecho a vivir (¿quienes claman déjenles vivir, acaso se harían cargo de una vida que ellos y ellas no engendraron?) Simplemente digo que entre una cárcel y un instituto de menores, un hogar temporal, una familia sustituta, es decir aquellos reductos carcelarios de confinamiento estatal que el Estado tiene a disposición para niños y niñas recién nacidos (y no tanto), no hay mayor diferencia.

Asimismo, probado es para nuestra barricada que la Familia Moderna y el Estado no solo son solidarias, sino prácticamente funcionan de manera análoga, siendo la primera mucho más susceptible de perversidades que el segundo, de hecho (7). ¿Qué personas elige, de hecho y para colmo de males, a través de sus instituciones, es decir sus aparatos represivos, de disciplinamiento y control, para encargarse del cuidado y de la sociabilidad de una persona recién nacida o de un menor de edad? ¿Qué tipos de familias el Estado selecciona para niñas y niñas a adoptar? ¿Cómo podemos creer como anarquistas en el concepto de familia después de todo el avasallamiento de nuestras sexualidades y nuestras individualidades perpetrados por los progenitores en la Modernidad en el interior de esos lugares donde hemos sido criadxs? ¿Incluso creemos que el Estado debe encargarse de distribuir cuerpos no deseados venidos al mundo entre las familias “de bien” (la célula base de la sociedad)?

Por eso quienes se reclaman anti-sistema y afirman “denlos en adopción”, quizás deberían repensarse, porque es bastante similar a predicar, como he intentado demostrar mayeuticamente, a decir “que los metan presos”.

Mi Lucha, tu Lucha

Antígona funciona como una contra-figura frente a la tendencia defendida por algunas feministas actuales que buscan apoyo y autoridad del Estado para poner en práctica objetivos políticos feministas
Judith Butler

¿Es válido encarar una lucha sin sopesar medios y fines, prácticas y devenires que hagan de la lucha no solo un objetivo a alcanzar sino una tecnología de re-apropiación del Yo y un movimiento de construcción y deconstrucción de quienes somos para devenir seres distintos? Esta pregunta, en mi opinión clave e inmanente al anarquismo, que lo define en su mismidad, no exime a las luchas en torno a la despenalización y/o legalización del aborto, y todas las acciones directas a su alrededor. No es la intención de este apartado criticar la acción de mujeres probablemente infinitamente más valientes y tenaces que yo –aunque en muchos casos profundamente erradas-, sino la de polemizar, debatir y discutir activamente para llegar a nociones superadoras puesto que parece que siempre chocamos, al final del día contra los mismos muros: Estado, prácticas de dominación, jerarquías.

Hasta donde tengo conocimiento de causa, las luchas (tanto individuales como por parte de grupos u organizaciones) en relación al aborto en nuestra región ratifican y hacen más fuerte al Estado (con muy honrosas excepciones que de todas formas se manejan con prácticas de verticalidad propias de los partidos de izquierda que las impulsan, aunque más no sea subrepticiamente). En los años que llevan haciendo lobby político no han logrado ningún avance más que su propia promoción como políticas o miembros de ONG. De hecho, desde la conformación de la comisión general por el derecho al aborto en los 80 hasta hoy sus prácticas se vieron desmejoradas e influenciadas por un activismo rentado a partir de ingresos de subsidios extranjeros del capital provisto por los fondos de la cooperación europea o de otros Lares. En general, lo que intentan es mostrarle al Gobierno lo que ya se sabe: las mujeres están todas de acuerdo, o en su gran mayoría, con el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, incluyendo el derecho al aborto. Las encuestas de apoyo salen hasta en los medios masivos. Con lo cual no se explica porque siguen juntando firmas, en folios que prolijamente entregan al Ministerio de Salud, o a los legisladores. También la izquierda se llevó su tajada cuando formó en su momento parte de esta misma campaña, y aunque se diferencia por su crítica al gobierno, sus métodos autoritarios y/o sectarios son también inconducentes, como ya hemos dicho. Lo han visto, históricamente, como un buen nicho de mercado para captar nuevas militantes para la lucha principal, es decir la toma del Estado para establecer una dictadura del proletariado, en el mejor de los casos.

A nivel de activistas sueltas, autónomas o independientes, llamémoslas así, ha habido iniciativas, por ejemplo el colectivo De Boca en Boca o Mujeres Libres en Argentina, que hicieron folletos informativos sobre el uso del Oxaprost/Misoprostol, o llegaron incluso a tejer redes de apoyo para aquellas que se practicaron un aborto casero con esta sustancia. En la actualidad, una coalición de lesbianas de izquierda con cierto sector marginal del marxismo impulsa una línea gratuita de apoyo e información para el uso de esta droga en la interrupción del embarazo. Esta agrupación contaría con un financiamiento exterior que formaría parte de las corajudas iniciativas de Rebecca Gomperts y Mujeres en Olas. La iniciativa se vio inmersa en toda suerte de pleitos internos, y un tendal de reproches que tenían como objetivo ver quién llevaba la batuta en el concierto de la prensa, con roles fijos asignados para la implementacion de medidas (comisión de medios, de telecomunicaciones, etc.). El saldo fue, entre otros desde activistas fuera del proyecto hasta alguna “líder” con un brote psicótico.

Asimismo, detalle no menor, todas las luchas encaradas en torno al aborto hoy se unen y se encarnan en torno al género común y no en torno a objetivos, al espontaneísmo, o los principios de libre asociación por afinidad, dejando afuera a los varones que gustosamente desean participar y activar en este campo. Y, puesto que el activismo pasó a ser rentado, muchas veces esta decisión solo se sustenta porque para cobrar un subsidio de algunas de las organizaciones feministas del mundo hay que contar con un grupo de solo mujeres.

Mientras la cuestión del aborto legal, gratuito, seguro y de los anticonceptivos y la información sobre sexualidad (hoy en la agenda del feminismo institucional, autónomo o de izquierda) no revise las prácticas sustentables y comunales a partir de la cual se implementen acciones directas solo podremos esperar magros resultados que no redunden en una superación de los modelos de vida instituidos inconscientemente por este sistema. De un modo u otro, solo podrán ser apoyados con un optimismo crítico y escueto dado que no solo no cuestionan sino que fortalecen la intervención del Estado sobre las decisiones individuales y la vida de las mujeres (el Estado visible o el Estado inconsciente, encarnado en las prácticas que se desprenden y que ponen en juego esos grupos). En muchos casos, canalizan la rebeldía y el descontento popular, que podría ser utilizado tanto para iniciativas de lucha individual o autónoma, como para insurrección, y llevan ese descontento hacia un lugar donde finalmente no se logra nada. Para que nuestros resultados sean holístico, y posibiliten la creación de un nuevo ecosistema libertario, tenemos que tender a acciones que nos permitan re-pensarnos por entero en aquellas prácticas que tenemos incorporadas y encarnadas hasta en los pelos del pubis -la lucha por el poder, el deseo desaforado de figurar y ser protagonista- para poder ejercer verdaderas praxis vital contra la dominación en todo momento en todo lugar.

ANARQUISTA

Desde una óptica anarquista aggiornada lectora del post-estructuralismo, no considero que sea conducente y productivo mendigarle derechos al Estado. Más aun, este diálogo con el Estado, reclamándole que legisle y controle nuestras existencias, lo legitima como interlocutor válido, e invisibiliza el hecho de que el Estado todo es una construcción improcedente que está ahí para someternos (es decir, para embarazarnos no deseadamente, y luego negarnos el acceso a un aborto gratuito). Asimismo, y como ya dejé entrever, solo prácticas que no solo remienden con parches nuestra situación actual sino que permita socavar a todo nivel (comunal, personal, individual) los dispositivo de la heterosexualidad obligatoria, la heteronormatividad, y la división sexual en el capitalismo en varones y mujeres, con pactos éticos que no nos encuentren peleando por quién atiende el teléfono, sino destruyendo el sistema y construyendo y viviendo el futuro hoy, podremos licuar las estructuras psíquicas donde los poderes se apoyan por completo. La lucha por derechos, sean de las mujeres o de los varones, o de las clases, está entrampada en los presupuestos liberales e iluministas que, como hemos visto, incluso con las mejores intenciones, no han hecho más que aumentar en las últimas décadas, la mortandad por hambre, guerras, miseria, exterminio y abortos clandestinos de embarazos no deseados.

El paso es, desde algún paso, previo: deshaciendo los géneros, la alianza y los imperativos de poder médico jurídico y económico, se establecerían nuevas posibilidades de interacción entre las aun inimaginables corporalidades que entre otras cosas no redundarían en embarazos no deseados, para poder formar redes de afinidad desde donde y a partir de las cuales apoyarnos mutuamente.

1) http://www.derechoalaborto.org.ar/legis.htm.

2) Los artículos referentes al aborto fueron reformados varias veces, la última de las cuales tuvo lugar en 1984. El artículo 86, que es a la postre el más importante, data de 1922:
Artículo 85: El que causare un aborto será reprimido:1. Con reclusión o prisión de tres a diez años, si obrare sin consentimiento de la mujer. Esta pena podrá elevarse hasta quince años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer.2. Con reclusión o prisión de uno a cuatro años, si obrare con consentimiento de la mujer. El maximum de la pena se elevará a seis años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer. Artículo 86: Incurrirán en las penas establecidas en el artículo anterior y sufrirán además, inhabilitación especial por doble tiempo que el de la condena, los médicos, cirujanos, parteras o farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte para causar el aborto o cooperaren a causarlo. El aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible:1. Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios;2. Si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto. Artículo 87: Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que con violencia causare un aborto sin haber tenido el propósito de causarlo, si el estado de la paciente fuere notorio o le constare. Artículo 88: Será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su propio aborto o consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es punible

3) la reflexión fue tomada de http://terraincognita3.wordpress.com/category/gines-gonzalez-garcia/

4) Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito http://www.rimaweb.com.ar/aborto/camp-nac28sep.html

5) Y aquí ni siquiera cuento a todas aquellas material y directamente violentadas de una manera o de otra ya sea a partir del abuso producto de los vínculos apasionados que tienen a los avasallamientos de sexualidades no desarrolladas en toda su plenitud como su objeto ni a las violadas. Es decir que me refiero a lo que se conoce como abuso infantil, cuando en realidad debería ser considerado un abuso del vínculo apasionado que une a una niña con un adulto. Sobre este tema Cf. www.pidoperdonzine.blogspot.com y Mecanismos Psíquicos del Poder de Judith Butler.

6) Dejo fuera de esta hipótesis los relatos que han llegado a mis oídos de mujeres que quedaron embarazadas por DIUs mal colocados, por partidas de pastillas en mal estado provistas por los centros de salud, o simplemente por DIUs retirados por lxs médicos.

7) Sobre la diferencia entre perversión y perversidad, Cf. Elisabeth Roudinesco, Nuestro lado oscuro, una historia de los perversos.


Artículo extraído de Informativo Mujer Digital -Septiembre 28, 2009 (Click acá) -

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