"(...)Pienso que no hay que referirse al gran modelo de la lengua y de los signos, sino al de la guerra y de la batalla. La historicidad que nos arrastra y nos determina es belicosa: no es habladora. Relación de poder, no relación de sentido. La historia no tiene
"(...)Cuando se definen los efectos del poder por la represión se da una concepción puramente jurídica del poder: se identifica el poder a una ley que dice no: se privilegia sobre todo la fuerza de la prohibición. Ahora bien, pienso que esta es una concepción negativa, estrecha, esquelética del poder que ha sido curiosamente compratida. Si el poder no fuera más que represivo, si no hiciera nunca otra cosa que decir no, ¿ pensáis realmente que se le obedecería?. (Echar un vistazo a Servidumbre voluntaria: en sintonía con Deleuze) Lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente que no pesa solamente como una fuerza que dice no, sino que de hecho la atraviesa, produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; es preciso considerarlo como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social más que como una instancia negativa que tiene como función reprimir(...)"
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