Los mil rostros de un escritor
Una impresionante obra de 800 páginas para dar cuenta de la vida de
uno de los autores argentinos más admirado.
Una impresionante obra de 800 páginas para dar cuenta de la vida de
uno de los autores argentinos más admirado.
Plenitud. A comienzos de los 70, Lamborghini publicó sus dos libros
más importantes.
En vida, Osvaldo Lamborghini (1940-1985) fue ante todo el autor
primero de culto, después casi único, de El fiord. El muy delgado
librito, casi folleto, tenía, como pedía Arlt, la violencia de un
cross a la mandíbula, y era a la vez la refundación de la violencia
literaria argentina, así como El matadero de Echeverría había sido la
fundación. En su segundo libro (más cerca del forato de un libro
real), el impacto de Sebregondi retrocede dependía sobre todo de "El
niño proletario", la durísima parodia del miserabilismo de Boedo, o
"progre", o liberal. En los dos, la carga política a secas era
explosiva, innegociable (y por lo tanto distante de la política
"real", por así llamarle).
Después, estaba la leyenda del propio Osvaldo Lamborghini: el gato
tirado por un balcón, la violencia, la bebida sin fin, supuestas
posiciones "traidoras" y un largo etcétera. Otro autor a esta altura
también ya legendario, el chileno Roberto Bolaño, llegó a manifestar
en un ensayo el temor de que la literatura argentina quedara, a la
larga, en manos de Lamborghini (Osvaldo), como si se tratara de un
mafioso de peligro, talentoso y con poder.
La biografía que Ricardo Strafacce ha escrito sobre Osvaldo
Lamborghini (Una biografía, Editorial Mansalva) es un libro que deja
atónito. Tiene más de 800 páginas, está escrito con saberes diversos
(de narrador, de erudito detallista, de crítico claro y jugado, de
abogado incluso), que terminan por entregar, en su impecable
estructura, la mejor biografía que se haya escrito sobre un escritor
argentino, por un argentino.
El primer alivio es la claridad con que se disponen los distintos
bloques informativos: en el prólogo figuran los entrevistados
identificados con sus iniciales; en las últimas páginas las fuentes
bibliográficas, por orden cronológico en cada autor. Eso suele
hacerse, es cierto, pero aquí hay una combinación impecable entre los
datos y la síntesis y la propia forma material del grueso volumen. Se
puede saltar de un lado a otro con gran facilidad (gracias a la
flexible encuadernación) y a la claridad tipográfica. Dos pliegos
abundantes de fotos permiten ir viendo las caras de amigos, mujeres,
hija y parientes, un elemento esencial para el enano cholulo que todo
lector de biografía lleva adentro, por una parte, pero también un
suplemento insustituible de las palabras. En las páginas finales están
todas las tapas de sus primeras ediciones.
Pero lo más asombroso es el equilibrio con que Strafacce maneja una
masa abrumadora de detalles, dentro de una vida más bien corta (45
años), pero laberíntica, para decirlo paradójicamente, en su propia
pasión por fracasar y viajar hacia un punto inmóvil al fin alcanzado.
El autor logra ser a la vez ubicuo y ecuánime. Por momentos parece
respirar encima de la nuca de su biografiado. Es allí donde aparece el
narrador. El lector recorre cada casa y calle (Argerich, Cuenca,
Falkner, Callao, Lavalle), cada población (Necochea, La Plata,
Barcelona), cada barrio (Norte, Once, Caballito) siguiendo las
carambolas de aquel experto tanto en audacias como en esquives. Las
escenas se narran con un equilibrio perfecto entre la ubicación de los
cuerpos y sus emociones en el espacio y la clave que las anima. Eso es
especialmente útil en la infancia y adolescencia, donde lo que hay que
manejar es una familia a la que Osvaldo llega tardíamente, con un
hermano mayor, Leónidas, ya encarrilado en la literatura, y un padre
(mazazo brutal para ambos) que de proveedor eximio pasa a fracaso
agudo en muy poco tiempo.
Un segundo papel aparece cuando se trata del grupo que sacaba la
revista Literal y de los libros que van publicando esos amigos (Germán
García, Luis Gusmán, Héctor Libertella) o figuras clave del momento
(en especial, Manuel Puig). Allí aparecen el crítico y el lector.
Cuando en la tercera de cuatro partes la vida y el texto se trasladan
a Mar del Plata, aparece un manejo preciso y exacto de las múltiples
cartas escritas a César Aira, al hermano, a Libertella y Tamara
Kamenszain. La última parte es la más dura de escribir y de leer. En
una metáfora impecable de las famosas "plegarias atendidas" que tan
peligrosas suelen ser, Osvaldo Lamborghini logra la quimera de una
mujer dispuesta a concretarle lo que siempre buscó: todo el tiempo
para él, ni siquiera salir a la calle, dedicarse a leer decenas de
novelitas pornográficas (en vez de las policiales de Onetti) y sobre
todo a escribir a una velocidad vertiginosa cientos de páginas.
Sólo cerca del final Strafacce cae en el exceso (casi de crítica
genética) de análisis de Tadeys con sus múltiples variantes. Uno llega
a sospechar que la soterrada emoción mantenida bajo control en todo el
libro acá lo traiciona y le hace demorar el momento final, cuando su
mujer encuentra a Osvaldo Lamborghini, como encontraron en muy otro
contexto a Antonin Artaud, sentado y muerto.
El lugar final de Lamborghini en la literatura argentina es
indiscutible y seguro para el núcleo de sus devotos y fans: un grande
absoluto. Muchos otros lectores tendrán sus abundantes dudas. Este
libro impar logra un milagro inesperado: crea un marco sólido para
recorrer vida y obra, y pone el dedo en la llaga abierta de la
competencia con el hermano mayor (hilo que recorre todo el libro).
Funciona tan bien que hasta vale la pena leerlo como un libro en sí,
incluso una novela (aunque escapa como a la peste del noveleo).
Ricardo Strafacce
Comentario en página 12
disponible en Centro Cultural España (snob) Córdoba para cordobelectores
Dos breves relatos un asalto a la exquisita perfidia:
El Niño Ploletario
El fiord
Un audio de Adrian Cangi sobre Perlongher, vinculo necesario Lamborghini-Perlongher:
Otro Audio de Pito Paez sobre el 'Niño Proletario' de O. Lamborghini
Me encanta Lamborghini. Tengo este libro pero todavía no lo leí, solamente toqué los primeros capítulos. En realidad no es exactamente mío pero está en mi casa.
ResponderEliminarAbrazo.
yo ni leer ni medio ni un cuarto de página. Tengo Perlongher que habla de él (vos subiste algo de el) y un textito de Eloísa cartonera que lo publico.
ResponderEliminarNo me alacanza para la biografía...
Suertudo!
Este libro tiene algunas cosas buenas sobre Lamborghini y Perlongher
ResponderEliminarhttp://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-1397-2005-01-27.html
Sind interesant.
ResponderEliminarTodavía me quedo con ganas de leer Lamborghini. Perlongeher será quizás el antecedente de los estudios Queer en nuestra nación, será quizás el primero perspicaz lector de deleuze devenido etnógrafo.
Fran, si podés sacarle fotocopia a esa biografía, sería gradecido oportunamente.
F.H.L. como proclamarçia perlongher...