En esta edición: ¿por qué los niños-pide-monedas argentinos no tienen la mística y el charm de los niños-pide-monedas de Europa del Este?
Todas las personas que frecuentamos el subte habremos constatado (para nuestro asombro) el contraste entre la poderosa presencia escénica de un ñiños-pide-monedas rumano, con su acordeón del que brotan hermosísimas melodías gitanas, y la pobre perfomance de un ñiños-pide-monedas argentino, trayéndonos a capela “La vaca estudiosa” o el (desubicado) slogan de Coca-cola. ¿Por qué esta abismal diferencia entre unos y otros? ¿Se tratan de diferencias culturales? ¿Será acaso que en Rumania el público del subte es más exigente con sus ñiños-pide-monedas? Analicemos la cuestión.
El niño, ya sea proveniente de Rumania, Bulgaria, Yugoslavia o cualquier otro país que le hayan negado el espacio que requería su talento, nos observa con ojos firmes como el algarrobo mientras cuelga de su nariz mocosidad gitana, secreto índice del espíritu gitano que habita su cuerpo. Este cuerpecito anticipa una fisonomía adulta, robusta, oscura y varonil, semejante a la del personaje de “Amor Gitano”. Mística balcánica expide su mirada de indiferencia frente a ese público tan vulgar que le ha tocado en suerte, espectadores inconscientes del saber milenario de los cožes, oros y otras danzas serbias que recorre en su cuidado repertorio.
En cambio, el niño argentino parece, en el mejor de los casos, drogado con poxiram. Nos atormenta con su imperativo llamado a aplaudirlo, nos fuerza a darle la mano mientras nos mira con ojos perdidos y ganas de vomitar. Y finalmente, entona algún tema comercial y efectivo con el entusiasmo con el que se le canta a la bandera por las mañanas.
¿Cómo se explica sociológicamente el encanto que producen unos frente a la desazón que generan los otros? Respuesta: la amplia difusión de la obra cinematográfica del realizador bosnio Emir Kusturica que ha cambiado el “mito del buen salvaje” por el “mito del buen gitano” y nos ha conducido a estremecernos frente a cualquier chico que creamos capaz de traducir el tema 3 de la banda de sonido de Underground.
Texto extraído de Moloko Vellocet - esto no es una publicación (págs.. 32-33).
Fanzine-publicación editado por Milena Caserola 2007.
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