la poesia esta en la llanura Cap.II

BUSTRIaZO ORTIZ

El lirismo de la pampa antigua

Nacido en Santa Rosa, La Pampa, en 1929, la obra del gran poeta permaneció olvidada durante décadas. Y, sin embargo, su impresionante hiperproducción –76 títulos publicados– es el testimonio de una de las poéticas más personales del panorama de la poesía argentina del siglo XX. La reciente aparición de “Herejía bermeja”, una antología que reúne una parte importante de sus poemas, permite conocer más a fondo una escritura que reflexiona sobre la memoria, la amistad, el viento de la pampa, la amargura y, por qué no, Mallarmé.

Por Juan Fernando Garcia

Secreto. Su nombre permaneció largo tiempo al margen del sistema literario oficial, pero recientemente su obra comenzó a ser revalorizada.

La casi desconocida obra del poeta pampeano Juan Carlos Bustriazo Ortiz merece especial atención. Editada por otros poetas, la primera antología importante de su trabajo –surgida del desvelo de Cristian Aliaga, Andrés Cursaro, Sergio De Matteo y Javier Cófreces– va al encuentro de nuevos y merecidos lectores. Con una amplísima y dispersa producción, medio siglo después de los primeros atisbos, su originalidad y espesura lo ubican en el mejor lugar de la poesía argentina: en diálogo con una tradición de amplia cultura y su contemporaneidad, desde un margen que, frente a la lectura de Herejía bermeja, se vuelve centro luminoso.

Nacido en Santa Rosa de Toay en 1929, su obra ha permanecido silenciada por muchos años. Alejado de la escena porteña, una hiperproducción que alcanza la friolera de 76 títulos contribuye a sostener el mito del escritor solitario, que pasará al olvido, para ser rescatado por nuevas generaciones. Al desinterés de los grandes sellos por publicar poesía, se contrapone el esfuerzo de los proyectos independientes. Por eso, esta antología se volverá referencia obligada para quienes quieran conocer hitos literarios y vida de una figura insoslayable. Además de cuantiosos poemas, la lectura de Herejía bermeja se completa con un sesudo ensayo de Aliaga; cronología y bibliografía completas preparadas por De Matteo. De una profunda humanidad surge Bustriazo Ortiz en primera persona, editado por Cursaro y una galería de imágenes del álbum personal del poeta.

La memoria de Bustriazo recorre vida familiar, trabajos (radiotelegrafista, ayudante de topógrafo, corrector de pruebas en diarios zonales); las peñas folclóricas (una lleva el nombre de su poema El temple del diablo), que corroboran su sitial en el acervo cultural pampeano; las amistades, sus amados perros, el vino tinto, el neuropsiquiátrico y la inspiración son evocados con melancólica distancia. “Recuerdo que andaba yo por la noche, recorriendo las peñas. Y después me iba solo por ahí a buscar inspiración. Y ahí nacían los libros. Me acuerdo que me venía la inspiración de arriba, como que me bajaba del cielo y yo escribía sin ningún error ortográfico.” También, la amargura del tratamiento hospitalario –“me destruyó la inspiración”–, los litigios legales por sus manuscritos en manos inescrupulosas, todo hace a su autobiografía memorable.

Herejía bermeja reúne una selección de varios libros, dividida en secciones. Abre el volumen Elegías de la piedra que canta (1969), donde aparecen dos rasgos sobresalientes de su poética: creativas reinvenciones idiomáticas y un sentido del ritmo que va a dar a una poesía de alto lirismo: “… luego serás que laguniñas niñaslagunas monteadoras/ serás la leche más rocía y serás más más que la luna/ serás la luna repetida y repetida hasta mi hueso serás…”.

En la sección Poemas 1970-1977, otra es la evidencia. No hay molde que contenga las variantes en la obra de Bustriazo; irreductible, al desborde sensorial le adiciona un virtuoso trabajo formal. Los ritmos propios del poema, ensamblados a matices de raíz folclórica, hablan de su amplia cultura. El poeta parece evocar los ecos, como el bombo legüero, de otras voces, de otros cantos de la noche que reverberan en su propia voz: “Y aquí estoy yo, penoso y descendiente,/ junto a esta luz meralda que se mece,/ el juan azul, el carlos marilloso,/ espiando aquí, dentrocullá, tan tonto./ Quién me dirá qué-buscas-en-lo-huyente?-,/ la-cepa-o-ya-la-borra-de-tu-gente?/ Aquí estoy yo, racimo alabancioso.// Fantasmas más, fantasmas menos, duermen”. Esos “fantasmas” aparecerán en los poemas de Las yescas. Canciones del enterrado (1970-1971), Las pinturas (1972), Canción rupestre (1972), Los decimientos (1972-1973), Unca bermeja (1973), Caja amarilla (1973-1974) y Libro del Ghenpín (1977).

En Otros poemas y textos no datados, se incluyen los escritos de Hereje bebedor de la noche (título de un CD editado en 2007 por Cursaro, con poemas leídos por el autor, en diferentes épocas), hasta el Escrito el miércoles 21 de febrero de 1990 en la pizarrita del consultorio del Dr. García-García, en Alcoholismo, por este vate redivivo, donde leemos: “¡Basta ya, soñadores, bohemios, líricos! Que otra/ suerte sea dada. Romped los cántaros insomnes/ de la Locura o de la Muerte. Que ‘el golpe de dados’/ del poeta Mallarmé sea la salud, la vida humana en/ este Tiempo”.

La musicalidad de los hallazgos rítmicos, una verdadera lengua poética –que tozudamente interroga al lenguaje prosaico–, vuelve amenos, amigables, los poemas en la relectura (y por qué no, en la lectura en voz alta). Como muy bien apunta el poeta Henri Meschonnic: “Leer recién empieza cuando se relee. Leer por primera vez no es más que la preparación de esto”. Así, algunos poemas magistrales del Flamenco Bustriz leídos y releídos por nuevas generaciones están destinados a convertirse en verdaderos clásicos de la poesía argentina contemporánea.

http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0331/articulo.php?art=12203&ed=0331

Seccion Cultura del diario Perfil (18 de enero de 2009)


¿Habrà nacido en Toay o en Santa Rosa Capital?. ¿Contiguo y contemporaneo de Olga Orozco?. Who knows?.La pampa como problema, la poesia como lenguaje geografico, cartografia de relatos olvidados, enclave de relatos perdidos.



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