como despedir a un editor-escritor?

fuiste para nosotros una inspiración, un modelo a seguir pero, por sobre todas las cosas, un gran colega y amigo que marcó con Llanto de mudo un antes y un después en esto de hacer libros en córdoba. mierda, cómo te vamos a extrañar... que en paz descanses, querido amigo.
* * *
Dice María Teresa Andruetto:
"DIEGO.... cuando lo conocí el tenía 16 años, un problema cardíaco lo había hecho cambiar de pronto el fútbol en el baldío por los libros. Estuvo desde el comienzo en aquel taller con adolescentes que se llamó Delirio Urbano. Ahí se encontró con la antología surrealista de Aldo Pellegrini y con los poetas malditos y empezó a escribir desaforado. Eso era, desaforado. Inteligente y trabajador como el solo. Escritor/editor/obrero gráfico con una determinación y unas convicciones excepcionales, con grado cero de esnobismo y grado cero de estupidez humana. Antes de los veinte, cuando era todavía "uno de los chicos del Delirio Urbano" armó la fenomenal editorial Llanto de mudo. Y remó ahí cuando todavía las editoriales independientes en Córdoba eran una quimera, remó donde no había barcos ni agua con una consecuencia y coherencia y una capacidad de trabajo que a todos nos asombra. Desde hace algunos años comenzó a tener reconocimientos y en estos últimos los tuvo en forma. Este año Llanto de mudo, Llantodemudo Ediciones cumple veinte años. Creada por un editor que no ha llegado a los cuarenta, mi dios! Es editorial de referencia en poesía y narrativa, entre las editoriales independientes del país y referencia indiscutible en la edición de historieta en Latinoamérica. Eso hizo desde Córdoba el querido Diego Cortés, este hijo de chilenos que llegaron a Córdoba escapando del golpe que derrocó a Allende."

***

El enorme Diego Cortés publicó a Vicente Luy porque era su naturaleza editar, publicar, remar en el dulce de leche de las editoriales independientes, y de todas ellas, la suya fue la que nunca dejó esa tarea pesada de remar la independencia. Hizo de Llantodemudo un lugar en el mundo y de su generosidad un estilo, con la elegancia de los que no hacen gala de ser generosos. Es más: daba la impresión de lo contrario, porque los generosos, los que militan la generosidad, no se ponen una remera que avisa.
He conocido pocos tipos con su capacidad para mantenerse al margen de la huevada: nosotros caemos una y otra vez en la tentación de no hacer lo imprescindible, de resolver primero el ego y después el mundo. Diego no. Y no sé cómo hacía, pero no.
Yo formo parte de la generación que le debe 3/4 de su corazón a la galería Cinerama, a la luz decadente de esos pasillos, a encontrar el Maus de Spiegelman al lado de un muñeco de Dragon Ball Z y a identificar en el cerdo del logo de Llantodemudo una posición de batalla y resistencia frente al avance imparable de la estupidez. Hoy es un día de mierda porque esa batalla perdió al más picante de sus soldados.
No entiendo nada ahora: nada de nada. Sé que sus amigos están ahora asomados al abismo horrible y no hay nada que hacer más que hacerle saber a Córdoba que acaba de perder un pulmón, uno de los imprescindibles, un irreemplazable. Gran parte de lo que conocemos como "literatura cordobesa" no existiría sin la fuerza de determinación del Diego Cortés. Ignatius, Palp, revistas delirantes. Su propia obra, una delicadeza potente como un cometa que impacta sobre la superficie de la luna.
"Si no podés cambiar tu mente en un instante, ¿para qué pensás?". Lo dijo Diego Cortés.
Lo están velando hasta las 16 en el Caruso de la 27.
Dejemos por un momento, por 40 o 50 años, la boludez. Y le rindamos homenaje.
Por Emanuel Rodriguez

estoy
tan feliz
de haberme ido
a otra parte.
a través de mis ojos,
para que todos piensen
que me perdí
que enmudecí
que ya no me importan
las mismas cosas
de antes.
no espero
que me acompañen.
ni siquiera vos
debés querer caminar
siempre con la duda
sólo con la duda.
quisiera que éste
fuera mi final.
feliz
extraviado
sin ninguna respuesta.
(Diego Cortés. extraviado)

Había una vez un chico que salía a la calle en su barrio y no encontraba amigos para divertirse. Algunos pateaban la pelota, otros se trepaban a los árboles, pero ninguno leía cómics y literatura con la fruición de Diego. De un lado a otro de la calle parecían girar los arbustos secos de las películas del Lejano Oeste cuando se ponía las revistas sobre el regazo. Y, como en las historietas, estuvo solo hasta que aparecieron dos superamigos al rescate: Pablo Peisino y Federico Rubenacker. Corría el año 1995, el mail y el Facebook estaban a años luz de romper los moldes y uno se podía dar el lujo de parir proyectos de largas gestaciones, con absoluta tranquilidad. Los tres compartían la pasión por la fotografía, la escritura y el dibujo, estaban fanatizados con la vanguardia y el dadaísmo. Y se les dio por canalizar eso en un fanzine al que bautizaron Llanto de mudo.
No hay recuerdos de porqué el nombre. Tampoco del origen del isologo que distingue al sello: un chanchito.
Esa identidad de etiología dudosa empezó a crecer a un ritmo sostenido, y al cabo de unos años, terminó por convertirse en una muesca en la madera del piso editorial en Córdoba. Para quienes publican en Llanto, eso es una tranquilidad, porque donde vaya de viaje el chanchito, algo traerá para ellos. “Cada vez estamos más organizados porque la editorial cada vez es más grande. Llanto ha sido siempre medio caótico”, comenta Diego. “Estudié filosofía y no terminé porque me aburrí, pero en la carrera conocí gente copada –recuerda–. Uno tiene la certeza de que siempre hay gente que comparte los gustos”. Tal vez el niño que vive dentro de Diego Cortés todavía tema quedarse solo en la cuadra de los juegos, y por eso se rodea siempre de amigos con ganas de hacer cosas.
Cortésmente
Diego es corpulento. Sentado en un taburete con los brazos cruzados parece el guardián futurista de una pila de libros peligrosos que te pueden volar la peluca. El local de Llanto de mudo está en la Galería Cinerama, y en ese submundo de mercerías, bares de cafés agrios y casas de juegos para consolas, la librería/editorial es un tótem pequeño que desde la vidriera ostenta exhibidores hasta el pupo de publicaciones. 
Diego se mueve con descuidada naturalidad entre la abrumadora oferta de las bateas: cómics cordobeses, cómics nacionales, cómics internacionales, cómics de culto. Y narrativa y poesía para hacer dulce del bueno, claro. Un catálogo infernal que va por las tres cifras. Eso que empezó como una cofradía de soñadores excluidos acabó por convertirse en un sello editorial que hoy por hoy es referente en la provincia, el país y el extranjero. 
“Por suerte la editorial se autoabastece bastante, así que estamos bancando otros proyectos que nos interesan a nosotros. Distribuimos a todo el país, estamos en todas las comiquerías y nos invitan a todos los eventos. Y me he dado el lujo de editar a autores que ad­miraba cuando era pendejo”, comenta Diego con sa­tisfacción.
El sello está presente en casi todas las ferias y festivales, y sus mesas de exhibición suelen ser narcotizantes, con un estilo exquisito a nivel de diseño –el mismo Cortés arma las tapas– y con una calidad de impresión insoslayable. “Ir con la editorial a todos lados es un poco hacer lo que me gustaba a mí; y tuve suerte. Ningún libro de los que edité no me ha gustado. Y nunca pongo trabas para los autores –explica–. Esto se amplía cada vez más. Nunca tuvimos apoyo estatal, nos mantenemos por los que nos compran”.
Esa red de cultores de historietas, narrativa y poesía funciona al dedillo para sostener lo que a todas luces es una pelea constante contra la chatura y la producción regida por leyes de mercado: “Parto de la base de que los libros son de los autores. Para mí la figura del editor tiene que servir para que el capricho del autor le llegue a la mayor cantidad de gente posible –reflexiona–. Si el autor me parece bueno y lo que hace lo labura con honestidad, creo que hay que jugarse por él y por lo que hace. Así que no le imponemos ni estéticamente ni desde el contenido ninguna restricción, salvo opiniones sobre qué puede funcionar más, para mejorar”.
Para Diego los artistas tienen que ser caprichosos. Y lo dice desde el lugar de alguien que ha llevado esa filosofía hasta las últimas consecuencias, atravesando las épocas menos favorables en materia de economía con una editorial al hombro, a la manera del caminante con paraguas en un día ventoso. Ahora bien, ¿se puede vivir de esto? Diego dice que todavía no, y que hace muchos otros trabajos para compensar. Entre ellos, un proyecto de novela gráfica junto al talentoso dibujante Nicolás Brondo: “Con Nico hacemos una historieta para Italia, en una editorial como nosotros pero con más recursos; con nuestro cómic han hecho de todo, hasta carcasas para celulares; la historia se llama Bone Machine y es un delirio postapocalíptico. Nosotros la mandamos en inglés y ellos la publican también en castellano, en francés y en italiano. Encontré un editor como yo. Ahora también estoy haciendo una novela gráfica para España. A todas estas cosas llegué por mail”.
A capa y espada
Diego pertenece a una generación de autores que de golpe coparon escaparates. Tipos con nombres asociados a grandes medios, tipos que hoy le mandan correos para ver si Llanto les saca un libro. Con ellos se conoció en los eventos de cómics independientes. Todos venían mamando la teta del fanzine, en medio de un despelote económico apabullante, al que sólo sobrevivió sin perder la cabeza la autoedición. Desde aquellos días lejanos, Llanto es el mojón alternativo a la producción que comercializan los sellos grandes.
“Cada vez pongo menos plata, eso es buenísimo, pero también los proyectos son cada vez más grandes. Aunque no me preocupa tanto lo de vivir de, creo 
que es importante que podamos estar pagándole a distintos autores. Eso me gusta, como lector y como editor –dice con una sonrisa–. Al final te terminás haciendo amigo de los autores, y poder ayudar a los amigos en eso, poder pagarles, está buenísimo. El año pasado sacamos 13 libros de historieta, entre autores conocidos y gente nueva. Eso tiene de bueno la editorial, se acerca cada vez más gente. En la Argentina hay dibujantes y escritores con un nivel altísimo, y en Córdoba ni hablar”, dice.
La tecnología permite el contacto inmediato con quien se nos ocurra. Basta con curiosear una red social para que los seis grados de separación se reduzcan a un par de clicks. Eso es un puente maravilloso para quien se anime a cruzarlo. 
“El Facebook hizo crecer a la editorial un monto­nazo, te ve gente de todos lados, y estamos tratando de expandir a los autores, este año vamos a editar a gente de afuera –adelanta Diego–. Todos los días ­contesto mails de gente que quiere publicar sus libros. El problema es que muchos no leen a sus contemporáneos. Es terrible que no se lean entre sí en una misma generación para saber qué se está escribiendo y dónde estás parado”.
El catálogo de Llanto ganó volumen y eso implicó acelerar procesos y optimizar recursos para aprovechar el viento a favor. Este año, por ejemplo, tienen un cronograma de presentaciones y salidas que está cubierto para los 12 meses: “Me gusta mucho diseñar libros y escribir. Tampoco lleva tanto tiempo, pero para cumplir con todo ahora estamos armando un grupo de trabajo más grande, porque ya no llego solo”.
El pequeño que leía entre arbustos secos que rodaban sobre la calle, hoy tiene una liga de la justicia que lo acompaña. Se trata de hombres y mujeres talentosos, con ganas de mostrar lo que hacen, porque creen que vale la pena. Quizá sea complicado ya que los lectores juegan con sus propias reglas y, en definitiva, tienen la sartén por el mango.
Pero así como el cómic tiene lectores puros, esos lectores también cruzan a menudo la delgada línea que separa una viñeta de un poema o un cuento. Y ahí aparece Diego, un remero de barcos de papel, que empuja libros y lectores de orilla a orilla.
 Por Jose Playo
Perfil. Diego Cortés nació en Buenos Aires en 1976. Es escritor y guionista. Colabora con medios nacionales e internacionales. En 1995, junto a Pablo Peisino y Federico Rubenacker, creó en Córdoba el sello Llanto de mudo. Ha editado a reconocidos autores de historieta de diferentes países. Actualmente integra el colectivo responsable del proyecto Palp. Web:www.facebook.com/llantodemudo.ediciones

Comentarios