agentes judiciales, derecho heteronormativo y fobias sexuales

Apelan el insólito fallo que benefició al violador de un nene

Un caso muy polémico.Le bajaron la pena porque consideraron que la víctima, de 6 años, era "homosexual". Ahora decide la Suprema Corte Bonaerense.

Dos polémicos jueces de la Cámara de Casación Penal bonaerense le bajaron la pena a un violador dejándolo libre. Argumentaron que la víctima, un nene de seis años, era “homosexual” y que ya era abusado por su padre. El fallo fue apelado y ahora está en manos de la Suprema Corte de Justicia Bonaerense.
El imputado -Mario Tolosa, vicepresidente del Club Florida de Loma Hermosa- solía buscar a los niños por sus casas para llevarlos en su camioneta a jugar al fútbol al club. Los nenes le decían “el entrenador”, aunque no lo era. El 6 de marzo de 2010 llevó al nene de seis años al baño del club, le bajó los pantalones, le metió una ramita en la cola y luego su pene mientras le tapaba la boca porque el nene no paraba de llorar. Luego lo llevó hasta su casa, donde el nene le contó todo a su abuela Elena, que lo revisó y comprobó que su nieto tenía “el ano irritado e hinchado”.
La abuela hizo la denuncia y el Tribunal Oral Criminal N°3 de San Martín condenó a Tolosa a seis años de cárcel. La sentencia fue apelada y el 2 de junio de 2014 dos jueces de Casación sacaron la calificación  “gravemente ultrajante” al abuso sexual y bajaron la pena a tres años y dos meses. Los jueces Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargués argumentaron: “No puede ser ultrajado un niño que está acostumbrado a ser ultrajado en su casa y que está habituado a la sexualidad y que tiene una orientación homosexual”. Varias partes del fallo fueron leídas en el programa “El expediente”(C5N).
En la causa están probadas las consecuencias físicas, emocionales y psicológicas: “Sufrió enrojecimiento y lesiones descamativas en su ano, angustia, ansiedad, agresividad en el ámbito escolar, bloqueo afectivo y temor a ser violado”.
Los fiscales Jorge Roldán y Carlos Altube apelaron el fallo de Casación. Piden que no se reduzca la pena y critican todo el razonamiento utilizado por Sal Llargués y Piombo, los mismos jueces que en 2011 redujeron la pena de 18 años a 9 al pastor Domingo Avalos, que había violado a dos nenas, porque las víctimas “viven en comunidades en las que el nivel social acepta relaciones a edades muy bajas”.
Al igual que este nene, esas chicas también eran muy pobres.
De la complejidad del "aparo judicial" y sus fobias sexuales afiancadas
El repudio que se expresa contra la sentencia de casación bonaerense y especialmente contra los jueces me hace reflexionar acerca de lo que no se muestra con el fallo. Las interpretaciones judiciales sobre los hechos y las normas es una parte de lo que los jueces hacen al momento de dictar sentencia. No es la única forma en que actúa el sistema judicial. El mundo legal se construye, además, con las prácticas de otros actores jurídicos. En este sentido, me pregunto quién introdujo, con qué alcances y para qué la cuestión de la posible homosexualidad o identidad travesti de la víctima: fue la fiscalía, la defensa del imputado, el cuerpo médico pericial, la querella/ familia o los propios jueces? Mi inquietud es llamar la atención de que las interpretaciones judiciales que se suceden a partir de un expediente judicial con todas las sustracciones y adiciones retóricas que se hacen, no es sólo y exclusivamente de un operador legal. Las sentencias son actos complejos que involucran a todo el sistema judicial y a múltiples actores que inciden implícita o explícitamente sobre el acto de decir el derecho. Si los fallos son la expresión más visible del acto de justicia, habría que indagar sobre aquello que no sale a la luz y que las excitan para decir aquello que dicen y el modo en que lo dicen. Es evidente el sesgo homo-trans fóbico de la sentencia, cuya causal se inscribe en la lógica heteronormativa del derecho. El modo en que la sentencia construye un argumento mediante el cual hipersexualiza el cuerpo del niño y al mismo tiempo lo desexualiza a fin de fijar su coto moral ha sido responsabilidad primaria de los jueces pero también el fondo sobre el cual se enuncia lo dicho involucra los aportes de los fiscales, defensas, peritos y querellas si hubiera. Cada actor aporta un elemento al expediente y por ende es tan responsable como quien termina definiendo el caso legal. Indagaría en cómo se llegó al argumento fóbico, dado que podría demostrarse que la heterosexualidad está siempre ahí; en la misma estructura del sistema de elaboración del pensamiento judicial como pacto de poder. Permitiría, además, un llamado de atención sobre la insuficiente o carente formación en género de todos los actores involucrados. Incluso, un tirón de orejas a las oficinas que tienen a su cargo los programas de capacitación en género de los ministerios públicos. 
A su vez, ha sido la militancia gay y alianzas feministas que salieron a motorizar el repudio al fallo. Quisiera también que sea el propio poder judicial que se pronuncie en iguales términos. No sólo mediante sentencias que, seguramente, revocarán el nefasto pronunciamiento, sino con actos políticos. Esta ausencia muestra la manera en que la justicia sigue representándose los actos de justicia como si fueran únicamente cuestiones jurídicas desprovistas de politicidad. Han sido los movimientos de diversidad sexual los que en definitiva y una vez más politizan su impacto y muestran la aberración. Lindo sería ver que las oficinas que trabajan género dentro de los órganos que integran el poder judicial se expresaran en términos semejantes a la manera en que el movimiento gay/feminista lo hizo. Entiendo que hay argumentos, adecuados, asociados con competencias, jurisdicciones y cuestiones de aparente judiciabilidad pero estos criterios no dejan de ser meros tecnicismos jurídicos que abonan la tesis según la cual el discurso de los derechos y los operadores judiciales se encargan de activar instrumentalmente el derecho, el que simula su neutralidad y a-politicidad.
La justicia hace años está en crisis. Y tener una mirada crítica del poder judicial puede contribuir a evidenciar la caótica y contradictoria maleza en que todas las personas estamos insertas cada vez que la ley nos sujeta con su discurso, que es tremendamente político y nos afecta a tod*s.
por Emiliano Litardo

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